Fuente: Vidahumana (punto) org
Brian Clowes, PhD
Director de Capacitación Provida
Human Life International
Director de Capacitación Provida
Human Life International
Introducción
El debate sobre el “matrimonio” homosexual es radicalmente diferente a las discusiones en torno al aborto, la pornografía y la eutanasia. Para comenzar, los argumentos relacionados con el “matrimonio” entre personas del mismo sexo no están bien definidos. Ello significa que la mayoría de las personas no sabe cómo investigar el tema y acepta sin discusión las consignas a favor del homosexualismo que los medios seculares de difusión repiten sin cansancio.
Otra razón por la cual el debate acerca del “matrimonio” homosexual no despierta tanta pasión como otros temas, es porque el “matrimonio” entre dos hombres o dos mujeres no parece tener, a primera vista, ninguna víctima – como sí las tienen claramente el aborto, la pornografía y la eutanasia.
El problema que tienen los defensores del matrimonio es que las consecuencias negativas de las uniones homosexuales no serán evidentes sino hasta dentro de varios años o aún décadas. Entre estas consecuencias se encuentran la corrosión de derechos fundamentales – como la libertad de expresión y la libertad de asociación –, el perjuicio para los niños, la ulterior degradación de la familia y la disminución de la expectativa de vida de las mismas personas que practican el homosexualismo. Eventualmente, el “matrimonio” homosexual se convertirá en parte integral del escenario social y legal y será muy difícil contrarrestarlo.
Además, muchas personas se han convencido, a causa de la constante propaganda, de que si se oponen al “matrimonio” homosexual, entonces son unos intolerantes y odiosos. Estas personas llegan a pensar en su interior: “¿Por qué debemos interponernos entre dos personas que simplemente quieren ser felices? ¿No es cierto lo que dicen los carteles de protesta producidos en masa de que ‘El amor – de cualquier tipo – es simplemente amor’?”
Los intolerantes son personas que poseen prejuicios imposibles de sacudir pero que no tienen ningún fundamento válido. Ello significa que las personas que se oponen al “matrimonio” homosexual y que no son capaces de explicar por qué, son, por definición, intolerantes. Por consiguiente, sacudámonos nuestra intolerancia, no por medio de una aceptación ciega de todo lo que digan los napoleones del homosexualismo, quienes quieren hacernos tragar su ideología, sino por medio de la adquisición de la información correcta de por qué el sustituto del verdadero matrimonio, que pretende ser el “matrimonio” entre dos hombres o dos mujeres, es en verdad una idea muy mala.
Parte II
El principio fundamental
Primero que todo, ¿por qué el “matrimonio” homosexual es una mala idea? ¿Por qué nos debe preocupar el que dos mujeres o dos hombres que se aman mutuamente se “casen”? ¿A quién le hacen daño?
Debemos comenzar por reconocer que los dos contendientes en este debate preguntan dos cosas completamente diferentes y abordan el tema desde dos ángulos completamente diferentes.
Los que proponen el “matrimonio” homosexual presentan una apelación puramente emocional. Afirman cosas ambiguas que son difíciles de refutar, como “Es injusto negarles el matrimonio a dos personas que se aman”. En contraste con ello, los que se oponen al “matrimonio” entre personas del mismo sexo usan la lógica y la ciencia, y preguntan cosas como “¿Es ello bueno para la sociedad?” o “¿Qué impacto tiene en los niños?”
La discusión acerca del “matrimonio” homosexual es un asunto muy práctico, porque la historia muestra que todas las sociedades que desestiman el matrimonio o que diluyen su significado eventualmente se desintegran. En la actualidad, hay muchas naciones que ya se encuentran bastante lejos en este proceso. Por ejemplo, Japón y Rusia perderán más de la mitad de sus poblaciones mucho antes del final de este siglo [1].
También debemos preocuparnos por nuestros niños. Todos los estudios serios que se han realizado demuestran que un niño crece mejor cuando tiene una madre y un padre. No solamente una madre. No solamente un padre. No dos o tres padres ni dos o tres madres. Un padre y una madre.
El “matrimonio” homosexual es simplemente el último paso en el proceso de descartar el verdadero sentido del matrimonio. Durante la “Revolución Sexual” de los años 60, la gente exigió la anticoncepción para poder tener relaciones sexuales sin tener hijos. Aunque no nos dimos cuenta en aquel tiempo, ello fue, de hecho, el paso más crucial hacia la promoción del “matrimonio” homosexual. Después de todo, una vez que se desechó la idea de que el matrimonio existe para la procreación y la crianza de los hijos, no hubo ninguna razón para continuar reservando el matrimonio a la unión entre un hombre y una mujer. El matrimonio se convirtió en una especie de recipiente vacío, útil solamente para tener relaciones sexuales, obtener placer o adquirir beneficios monetarios. La anticoncepción condujo a una explosión de “relaciones sexuales por diversión” fuera del matrimonio, lo cual a su vez condujo a que la mayoría de la gente tuvieran varios compañeros sexuales antes de casarse. Inevitablemente, la gente también trajo consigo al matrimonio esta actitud laxa hacia las relaciones sexuales y, como el adulterio proliferó, exigieron el divorcio libre y sin condiciones.
Ahora, algunos medios seculares de difusión y grupos de interés con amplio financiamiento están exigiendo que la poligamia, el “poliamor”, el incesto, la pederastia o pedofilia y aún la bestialidad sean legalizadas.
El “matrimonio” homosexual no es lo que va a causar la desintegración de la institución del matrimonio, sino que es el resultado de dicha desintegración.
Nota:
[1]. United Nations Population Information Network: http://esa.un.org/unpd/wpp/unpp/panel_population.htm. Hemos usado la variante más baja, ya que, históricamente hablando, ha sido la predicción más exacta.
Parte III
No hay tal cosa como “matrimonio tradicional”
Hoy en día tenemos un conflicto entre dos conceptos rivales del matrimonio. Primero tenemos el matrimonio natural, que se define en términos de dos cualidades. La primera es su cualidad unitiva, la cual significa que los esposos se prometen fidelidad mutua, excluyendo así cualquier tercera persona hasta la muerte. La segunda es su cualidad procreadora, la cual significa que los esposos permiten que su unión conyugal permanezca siempre abierta a la posibilidad del surgimiento de una nueva vida.
Luego tenemos la visión revisionista del matrimonio, la cual lo define como un vínculo emocional entre socios “durante todo el tiempo que dure el amor”. Como expresó un promotor del “nuevo” tipo de “matrimonio”: “La definición del matrimonio es plástica. Así como el matrimonio heterosexual no es mejor o peor que el matrimonio homosexual, el matrimonio entre dos adultos que consienten no es inherentemente más o menos ‘correcto’ que el matrimonio entre tres (o cuatro o seis) adultos que consienten…De manera que luchemos por la igualdad matrimonial hasta que se extienda a todas las parejas compuestas por personas del mismo sexo en EEUU – y luego continuemos luchando. No hemos terminado todavía” [2].
Los promotores del “nuevo matrimonio” creen que el matrimonio no es otra cosa que un vehículo para la felicidad, la auto-realización y el disfrute de los adultos. Cuando la gente se cree esto, el divorcio se hace inevitable una vez que la felicidad o el “amor” se desvanecen. El compromiso hasta que la muerte separe a los esposos ha involucionado en el compromiso hasta que el “matrimonio” ya no es divertido. Por ello es que el “nuevo matrimonio” carece tanto del aspecto unitivo como del procreador, convirtiéndolo en algo absolutamente desprovisto de sentido. No es para nada un matrimonio.
Cualquier similitud que el matrimonio natural y el “nuevo” tengan es puramente cosmética. Sus diferencias, sin embargo, son abismales. Mientras el matrimonio natural es una institución con un dinamismo hacia los demás y de carácter objetivo; el “nuevo matrimonio” está volcado hacia sí mismo y su carácter es subjetivo. Mientras el matrimonio natural se basa en un compromiso permanente que se orienta primariamente hacia la fundación de una familia para el bien de la sociedad; el “nuevo matrimonio” se basa en un contrato temporal entre dos personas que “están enamoradas” (según lo definan ellas), que está orientado hacia la compañía y disfrute de la pareja, sin al mismo tiempo existir una preocupación real por el bienestar de los niños o de la sociedad.
Digámoslo de otra manera. El matrimonio natural se funda en ciertos hechos sólidos y objetivos: El hecho objetivo de la complementariedad, biológica y psicológica, entre el hombre y la mujer; el hecho de haber realizado un compromiso público ante la sociedad y ante Dios, cuyo compromiso es considerado vinculante para toda la vida y no una mera ceremonia; el hecho de que de la unión sexual entre dos miembros del sexo opuesto surgen los hijos de manera natural; el hecho de que a los hijos les va mejor cuando tienen un padre y una madre; y el hecho de que las familias saludables y estables son el fundamento necesario de una sociedad saludable y estable.
En contraste con ello, el “nuevo matrimonio” se funda principalmente en un estado subjetivo: el sentimiento de estar enamorado. De manera que el “nuevo matrimonio”, basado en conceptos elásticos y gomosos, puede ser moldeado en cualquier cosa que uno quiera.
No existe tal cosa como el “matrimonio tradicional”. Usar este término es aceptar la posibilidad de que puedan existir otros tipos de matrimonios “no tradicionales”, como aquel entre dos hombres o dos mujeres o un hombre y varias mujeres. Si hay una arquitectura “tradicional”, entonces tiene que haber una arquitectura no tradicional. Si hay un estilo de arte “tradicional”, entonces tiene que haber un estilo de arte no tradicional.
Si tenemos que usar un adjetivo para clarificar nuestra posición, entonces podemos llamar a la unión entre un hombre y una mujer “matrimonio natural”. Podemos llamar a la unión entre dos personas del mismo sexo una unión homosexual o “matrimonio” (así entre comillas), para significar una falsificación o una falsa imitación de la realidad.
Quizás la ironía más cruel de todas es que las personas que se adhieren al matrimonio natural son casi siempre más felices que aquellas que favorecen “nuevas” formas de “matrimonio”. Nos damos cuenta de que, si queremos ser felices, debemos ajustar nuestro comportamiento a las leyes inmutables de la naturaleza. Las personas que están a favor del homosexualismo cometen el trágico error de pensar que pueden ajustar las leyes de la naturaleza a su comportamiento e interminables deseos. El resultado es inevitable: un choque frontal contra la pared de ladrillos de la realidad, lo cual sólo produce corazones rotos y desdicha. Se trata de una manera muy dura de aprender la regla de que Dios siempre está dispuesto a perdonar, el ser humano a veces perdona, pero la naturaleza nunca perdona.
Nota:
[2]. Jillian Keenan. “Legalize Polygamy! No, I am Not Kidding.” Slate, 15 de abril, 2013.
Parte IV
¿Qué hacemos ahora?
Los activistas a favor del homosexualismo se quejan de que la gente piense que ellos tienen una agenda. Como dijo el activista a favor del homosexualismo Frank Brown: “Quiero ir a mi trabajo. Quiero tener un hogar. Quiero ahorrar dinero. Y quiero irme de vacaciones. ¿De qué clase de ‘agenda escondida’ están hablando”? [3].
Otros activistas a favor del homosexualismo son más veraces. Paula Ettelbrick, ex Directora Legal de la organización a favor del homosexualismo Lambda Legal Defense and Education Fund, dijo que “Ser homosexual significa extender los parámetros del sexo, la sexualidad y la familia, y transformar el tejido mismo de la sociedad” [4].
Los activistas a favor del homosexualismo no quieren “una cerca blanca para protestar”. ¡Lo que ellos quieren es quemar y derribarla cerca y la casa detrás de ella! La periodista a favor del lesbianismo Masha Green dijo que “No es difícil comprender que debemos tener el derecho a casarnos. Pero también pienso que de la misma manera no es difícil comprender que la institución del matrimonio no debe existir. La lucha por el matrimonio homosexual en general implica el mentir acerca de lo que vamos a hacer con el matrimonio cuando lleguemos allí, porque mentimos cuando decimos que la institución del matrimonio no va a cambiar, y ello es mentira… ‘El matrimonio igualitario’ se convierte en el ‘matrimonio elástico’, siendo la última meta la ‘extinción del matrimonio’” [5].
En muchas naciones occidentales ya los activistas a favor del homosexualismo tienen derechos de “matrimonio” y adopción. En estas naciones, ha habido cientos de incidentes de personas que han sido despedidas de sus empleos, atacadas físicamente, impedidas de hablar y obligadas a actuar en contra de su voluntad por parte de activistas a favor del homosexualismo.
Esa es la agenda. Eso es lo que ellos quieren que le suceda a usted: Echarle a un lado, empujarle hacia una especie de armario y convertirle en parte de los nuevos pervertidos.
Esa es su agenda, no el “matrimonio” homosexual. Y si usted no hace nada para detenerla, si usted no levanta sus manos y su voz para detenerla, sus hijos y sus nietos tendrán que vivir con esa agenda y sufrir a causa de ella.
Todo lo que se necesita para que triunfe el mal es que los buenos no hagan nada.
Pero todos podemos algo. Y, que nadie se equivoque, todos debemos hacer algo, porque si no, perderemos esta lucha.
Algunos defensores de la familia luchan contra el “matrimonio” homosexual en los tribunales y otros en las calles. Otros escriben y dan conferencias, y otros expresan la verdad por medio del arte. Hay defensores de la familia que pueden debatir sobre este tema, porque ese es su llamado. Sólo un pequeño porcentaje de gente asume esas tareas de alto perfil. El resto de nosotros puede contribuir a esta lucha informando a las personas que conoce, y ello es la labor más importante de todas.
Si logramos despertar a la gente en cuanto al verdadero propósito del matrimonio, si podemos detener los esfuerzos por moldear el matrimonio hasta convertirlo en un vehículo para la revolución social, si logramos unirnos para que verdaderamente haya unrenacimiento del matrimonio, entonces obtendremos la victoria.
El homosexualismo corrompe y debilita la ley, porque protege y consagra conductas sexuales insalubres y debilita las libertades más fundamentales. El homosexualismo corrompe y debilita la juventud cuando le dice que puede practicar cualquier tipo de actividad sexual que desee. El homosexualismo corrompe y debilita la familia, porque degrada el matrimonio natural. Pero, por encima de todo, el homosexualismo corrompe y debilita la religión al atacarla e intentar sacarla de la vida pública.
Nosotros los cristianos hemos sido demasiado “amables” y por ello es que estamos perdiendo la lucha. Nos hemos creído las muchas historias trágicas de la victimización de personas con sentimientos homosexuales, sólo para luego enterarnos de que la mayoría de ellas no eran verdad. Hemos visto cómo los que son más valientes que nosotros han sido castigados y ridiculizados. Hemos sido amables – y nos hemos callado – durante demasiado tiempo. Es cierto que debemos simpatizar con el que sufre, ser solícitos e informarles, e incluso aceptar, amar y ayudar a las personas que sufren inclinaciones homosexuales a vivir en la castidad. Pero la hora de una falsa “amabilidad” en cuanto a defender el verdadero matrimonio ha terminado. Los que promueven el homosexualismo y otros males nos consideran “amables” si nos quedamos en nuestras casas e iglesias y simplemente cerramos la boca. ¿Estamos dispuestos a contemplar cómo nuestras familias y nuestra nación son destruidas simplemente para que ciertas personas, quizás dentro de nuestra propia familia, crean que somos “amables”?
No solamente debemos actuar, también debemos conocer el tema. No es necesario debatir el “matrimonio” homosexual en términos religiosos. De hecho, hacerlo de esa manera es a menudo peor que inútil en una sociedad que se considera “secular”. Ello se debe a que mucha gente simplemente no hará caso a lo que digamos, si abordamos el tema desde una perspectiva puramente religiosa. Afortunadamente, no es necesario usar una manera de abordar el tema que sea religiosa, ya que la visión cristiana de este tema, así como del resto de los asuntos morales, está sólidamente basada en la ciencia. Y así debe ser, ya que el Dios que lo ha creado todo es el mismo que se ha revelado.
Una vez que conozcamos el tema, debemos hablar con confianza contra el “matrimonio” homosexual a nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo y las personas que van a la iglesia con nosotros. Debemos informarles así como nos hemos informado a nosotros mismos y urgirles a involucrarse si creemos que puedan estar interesados. Pero, por encima de todo, no nos dejemos intimidar. Algunas personas nos llamarán “odiosos”, “intolerantes” o algo peor. Ello es simplemente una reacción automática por parte de aquellos que no han pensado bien las cosas, de los que desconocen el tema o que tienen miedo discutir este asunto con nosotros. Mantengámonos firmes en nuestra posición, mirémosles a los ojos con amor, hablemos la verdad y ellos no podrán contra ella.
Actuemos, estudiemos el tema y, finalmente, ¡organicémonos! Somos mucho más poderosos si trabajamos juntos que separados. Si una sola persona habla, puede ser que no le hagan caso; si hablan cinco, puede ser que las ridiculicen, pero no podrán pasarlas por alto; si hablan cincuenta o cien que trabajan juntas, puede ser que las denuncien, pero no podrán ridiculizarlas; y si cientos de personas hablan y trabajan juntas, se vuelven tan poderosas, que tendrán que tomarlas en serio.
Como dijo Mahatma Gandhi una vez: “Primero nos pasan por alto, luego se ríen de nosotros, después luchan contra nosotros, y entonces ganamos.”
Notas:
[3]. Dirk Johnson, New York Times News Service. "Stunned Colorado Gays Ponder Election." The Oregonian, 8 de noviembre, 1992, pág. A22.
[4]. Paula Ettelbrick, ex directora legal de Lambda Legal Defense and Education Fund, citada en “Since When is Marriage a Path to Liberation?” por William B. Rubenstein, en Lesbians, Gay Men, and the Law [New York City: The New Press, 1993], págs. 398 y 400.
[5]. Steve Skojec. “Gay Marriage Activist: `It’s a No-Brainer that the Institution of Marriage Should Not Exist’.” Catholic Vote Blog, 18 de abril, 2013.
Parte V
Los nueve mitos acerca del “matrimonio” homosexual.
Los grupos que promueven el homosexualismo y los medios seculares de difusión venden nueve mitos en sus intentos por hacer lucir el “matrimonio” homosexual como algo benigno e inofensivo. Debemos familiarizarnos con estos mitos y con la manera de refutarlos, si vamos a convencer a la gente que conocemos de que el “matrimonio” homosexual es dañino y no debe ser fomentado.
Mito #1: “¿Cómo es que el matrimonio gay le hace daño a usted?”
El mito que más está de moda es el que vemos en los carteles de protesta: ¿Cómo es quemi matrimonio entre personas del mismo sexo le hace daño a su matrimonio entre personas de sexo opuesto?” No debemos sorprendernos del hecho de que estos carteles no comprendan para nada el tema en cuestión. El tema real no es cómo el “matrimonio” de cualquier pareja podría afectar el matrimonio de otra pareja particular. El asunto es cómo la aprobación de toda una nueva clase de “matrimonio” cambiaría la institución social del matrimonio natural como la conocemos.
El matrimonio, como parte de su significado histórico, le otorga plena legitimidad moral a la relación sexual entre un hombre y una mujer. Admitir que el “matrimonio” homosexual es posible significa que la sociedad le da su total aprobación tanto a las relaciones homosexuales como a las heterosexuales.
El “matrimonio” homosexual no daña simplemente al matrimonio natural. Si es aceptado, el matrimonio natural sencillamente dejará de existir como política pública. ¿Cómo podría ser de otra manera, si se considera que los papeles que desempeñan el sexo y el género carecen de sentido?
Consideremos un caso paralelo. ¿Cómo le causa daño a usted, si yo imprimo mis propios billetes de $20? Bueno, al principio no le causará ningún daño, pero si más y más personas comienzan a imprimir sus propios billetes de $20, menos valdrán todos los billetes de $20, incluyendo los verdaderos, aquellos que el gobierno ha impreso. Si un número lo suficientemente grande de personas imprime su propia moneda, eventualmente todos los billetes de $20 (y todas las demás monedas) perderán todo su valor.
El “matrimonio” homosexual, como todas las falsificaciones, rebaja y degrada al matrimonio real.
Como en el caso de las falsificaciones, el daño al matrimonio natural es acumulativo y no aparente de manera inmediata. Mientras más falsificaciones haya, más pierde su valor lo que es real. Al final, no hay ejemplos de sociedades que hayan dejado de regular el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer que hayan sobrevivido [6].
También se da el daño a los derechos más fundamentales. Canadá legalizó el “matrimonio” homosexual en 2005 y, desde entonces, ha habido más de 300 enjuiciamientos de oponentes al matrimonio entre personas del mismo sexo. En ese país, ninguna persona puede negarse a hacer negocios con homosexuales, ni tampoco un ministro religioso puede negarse a “casarlos”. Los padres de familia tampoco les pueden enseñar a sus hijos la doctrina de la Iglesia acerca del homosexualismo. Cuando el obispo católico de la ciudad de Calgary simplemente escribió una carta explicando la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio, fue acusado de violar los derechos humanos.
En EEUU, los Boys Scouts (Niños Guías) han sido retirados de los capítulos de la United Way y se les ha negado financiamiento por parte de las empresas. Ha habido alcaldes de ciudades importantes que le han dicho a la cadena de comida rápida Chick-Fil-A que es “malévola”, porque su fundador cree que el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer. La organización que trabaja a favor de la familia, Family Research Council (FRC), apenas pudo evitar asesinatos en masa por parte de un pistolero, quien dijo que su motivo para atacar a esta organización había sido el hecho de que el FRC había sido catalogado por el Southern Poverty Law Center (“Centro Sureño para las Leyes sobre la Pobreza”, traducción libre) como un “grupo de odio”, simplemente porque se opone al “matrimonio” homosexual.
Una vez que el gobierno legaliza el “matrimonio” homosexual, el sistema legal no reconoce ninguna razón legal que justifique el oponerse a él. De hecho, el sistema legal sencillamente supone que cualquier oposición a dicho “matrimonio” es el resultado del “odio” o la “intolerancia” hacia los homosexuales, como hemos visto en varias decisiones que han tomado ciertos tribunales federales recientemente.
Cuando la gente nos pregunte “¿Cómo es que el ‘matrimonio’ homosexual nos causa daño?”, podemos mostrar que los activistas a favor del homosexualismo están intentando obligarnos, no solamente a aceptar ese “matrimonio”, sino también a respaldarlo y apoyarlo, bajo amenaza de castigo, en caso de que no consintamos. Los activistas a favor del homosexualismo no reconocen el principio de la libertad de conciencia. Les importan un bledo los derechos de los demás.
Cuando les concedemos a las relaciones homosexuales un trato igualitario o preferencial bajo la ley, ello da como resultado que la moral cristiana sea expulsada y castigada. Hemos visto esto en todas las naciones donde el 2% es considerado un grupo especial con “derechos” especiales, y que además puede imponer su falta de moral al 98% restante.
Para decirlo con toda simplicidad, la libertad religiosa y el “matrimonio” homosexual no pueden coexistir.
Continuará.
Nota:
[6]. Pitirim Sorokin. The American Sex Revolution [Boston: Peter Sargent Publishers], 1956, págs. 77-105.
Parte VI
Los nueve mitos acerca del “matrimonio” homosexual.
Mito #2: “El matrimonio heterosexual se ha vuelto un desorden, de manera que el matrimonio gay está bien”.
Los activistas a favor del homosexualismo dicen que no se debe criticar el concepto de “matrimonio homosexual”, porque hay muchos matrimonios heterosexuales que han fracasado. Si algún famoso de la farándula o político que se considera a sí mismo “favorable a la familia” ha estado casado varias veces y ha sido sorprendido en adulterio contra su cónyuge actual, claro, sería un acto de hipocresía si condenara el “matrimonio” homosexual.
En este caso, los activistas a favor del homosexualismo están intentando practicar un viejo truco. Estos activistas señalan a las personas que no tienen un verdadero compromiso con el matrimonio, personas que se han casado varias veces, personas que no tienen lugar en su corazón para los niños, personas que han sido sorprendidas en adulterio varias veces, y entonces dicen que el compromiso de ellos es mejor que el de esas personas.
Ese “argumento” es ridículo. Para poder obtener una mejor comparación, los activistas a favor del homosexualismo deberían compararse con las personas que toman en serio el matrimonio. Pero, desde luego, estos activistas no hacen eso, porque saben que siempre quedarán en segundo lugar.
El Sacramento del Matrimonio no tiene ningún problema. Los que tienen un problema son las personas cuyo compromiso matrimonial es débil. Ello es culpa, en parte, de la cultura en que vivimos, la cual comenzó promoviendo la promiscuidad a través de los medios de entretenimiento, hizo posible esa conducta sexual irresponsable por medio de la anticoncepción, y luego legalizó el divorcio exprés y el aborto.
Las consecuencias de todo este desorden son terribles. El 60% de las parejas que se casan viven juntas antes de la boda y la mitad de los matrimonios termina en divorcio. Más del 40% de los niños nace fuera del matrimonio y el 35% de los niños vive en familias monoparentales. Los niños que viven en familias monoparentales constituyen el 63% de todos los suicidios juveniles, el 70% de todos los embarazos en adolescentes, el 71% de todos los casos de abuso de sustancias prohibidas en adolescentes, el 80% de todos los jóvenes encarcelados y el 90% de todos los niños desamparados o que han abandonado su casa [7].
Las iglesias también merecen una gran parte de la culpa, ya que son pocos los ministros que tienen el valor de hablar en contra de males como la anticoncepción, el divorcio o aún el aborto.
Pero, más que todos, nosotros el pueblo tenemos la culpa, pocos de nosotros se han puesto en pie y han luchado contra estos males.
Hoy en día, aproximadamente la mitad de las personas, en vez de presentar a su cónyuge, se refieren a quien las acompaña como su “compañero de vida”, “persona significativa”, “amigo o amiga con beneficios”, “mi pareja”, mi amigo nocturno”, “mi socio amoroso” o toda una plétora de otros términos que se refieren a una relación de segunda o tercera clase que puede ser descartada a capricho.
El diluir el sentido del matrimonio no va a lograr que la situación mejore un ápice.
Usemos una analogía, los activistas a favor del homosexualismo dicen que nosotros los “héteros” poseemos un auto con los cuatro neumáticos desinflados, el motor hecho un bloque sólido oxidado y cada pieza plana de metal magullada y sucia. De manera que, dicen ellos, para terminar, debemos hacer estallar los cristales.
¿Y cómo es que eso va a ayudar a que el auto vuelva a funcionar?
Es ridículo considerar el matrimonio como muchos lo viven: usando anticonceptivos, cometiendo adulterio, divorciándose y consumiendo pornografía. Debemos considerar el matrimonio como este debe ser vivido: con unos esposos que son mutuamente fieles y están abiertos a la transmisión de la vida. Ese es el ideal, y debemos comparar el “matrimonio” homosexual con eso, y no con el “matrimonio” de alguna estrella de cine que aparece en los tabloides y que se hace famosa video-grabando sus relaciones sexuales, durmiendo con docenas de hombres o mujeres diferentes y luego divorciándose después de un “matrimonio” de unos cuantos días.
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