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El "lobby gay" y la homosexualidad
La homosexualidad ha sido considerada históricamente como una actitud antinatural, indigna y degradante, con la excepción griega respecto a la relación platónica entre hombres, basada, por lo tanto, en plantemientos esteticistas.
En la Edad Media suponía la excomunión. Y contradiciendo la explicación materialista de origen marxista (defensa de la procreación y la familia), la psicología moderna la ha considerado como una enfermedad tratable, lo que los grupos activistas homosexuales han combatido con todos los medios a su alcance.
Tanto Freud como Jung y Adler la han considerado una aberración. Sandor Rado la consideraba un transtorno fóbico contra las personas del sexo contrario, y Socarides, el mayor estudioso del tema, una patología preedípica.
Queremos señalar la nítida distinción entre el "Lobby gay" (que algunos califican como la "cárcel rosa" en la que pretenden incluir a todos los homosexuales con la impostura de arrogarse su representación) y todas aquellas personas, homosexuales, que están completamente alejadas de la radicalidad, extremismo y degradación, en sus formas de vida y comportamiento, que exhibe dicho grupo de presión.
El asalto a la ciencia
Hasta 1973 estuvo incluida en el DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), año en el que fue excluida por una violenta campaña de los activistas homosexuales que empezó en la convención de la APA (American Psychiatric Association) en San Francisco tres años antes. Este grupo, apoyado por algunos doctores de la APA interrumpieron estas reuniones anuales llegando a comparar a los psiquiatras con los nazis y con torturadores, profiriendo amenazas. En la del 73 redujeron las intervenciones de expertos como Socarides, o Bieber y lograron excluir la homosexualidad del DSM por un 58 % de los votos, al aliarse con el grupo de la APA que ambicionaba la presidencia (Robinson-Marmor); no habiendo una clara posición dominante, se trató de una decisión política.
Para acallar las protestas de los profesionales, que deseaban seguir tratando la enfermedad, en 1980 se incluyó una dolencia llamada ego-distónico (homosexualidad pesarosa). Con todo, en 1986 lograrían incluso excluir la pedofilia. No fue, evidentemente, una decisión científica sino una muestra de cómo el auge del activismo de los grupos de presión minoritarios puede lograr efectos políticos favorecedores para ellos.
En realidad, se trata de una alteración del desarrollo psicológico, muy acentuado en los niños y adolescentes, procedente de la necesidad de aceptación por los del propio sexo, que afecta a la seguridad en uno mismo y a la relación con los demás. Las causas van desde abusos sexuales a problemas familiares, tendencia a la sumisión, alto grado de sensibilidad, rechazo, y hasta traumas, como vivir un divorcio o muerte de los padres, fobia social, sobreprotección materna, o alcoholismo, o agresividad paterna.
Las declaraciones de los afectados demuestran el carácter no-sexual de la cuestión, y de cómo puede darse la desviación sexual a través del abuso principalmente. Es un trauma que exige tratamiento: contra el rechazo, el miedo, la autocompasión y la amargura. Requiere el reconocimiento del problema como tal y su separación de la satisfacción sexual.
Por ello, la copia de las estructuras de relación heterosexual (matrimonio, hijos) no sólo suponen un grave riesgo para las demás personas involucradas sino que no pueden ser un paliativo a esa situación. Se trata de curar una herida emocional y de paliar una necesidad sentimental.
Por lo tanto, la aceptación de la homosexualidad como comportamiento “normal y natural” es tan estúpida como el rechazo o el anatema.
Según Socarides, se trata de una "adaptación neurótica que debe ser tratada", pero las terapias reparadoras son rechazadas por numerosas organizaciones. Según el Dr. Robert Spitzer la terapia reparadora "puede provocar sentimiento de culpa y ansiedad sin lograr mejoras o cambios en la orientación de los pacientes".
Además, al ser una alteración (y no una tendencia inscrita en los genes) están más expuestos a la adicción sexual, a otras alteraciones psíquicas, a la adicción a las drogas y al impulso suicida. No sólo las investigaciones de terapeutas como Bieber, Socarides, Nicolosi, Hatteter, Gershman, Hadden, Ellis, Kinsey o Barnhouse, rebaten los principales estudios que propugnan una base genética a la homosexualidad (LeVay, Baglyie-Pillard, Hammer) por faltos de rigor científico, sino que otros realizados por homosexuales muestran una muy grave incidencia en este grupo de la promiscuidad aguda y la infidelidad (hasta un 95 %), el abuso de drogas, el alcoholismo y las enfermedades de transmisión sexual. En un ambiente cerrado como es, no son atribuibles todas las lacras al “rechazo social y la discriminación”.
Lo mismo ocurre con la pedofilia. Los abusos a menores son en buena medida de carácter homosexual, hasta el 80 % en algunos sectores analizados.
De hecho, entre las causas recogidas por las asociaciones de terapeutas y de ayuda, sobre los que abandonan la homosexualidad, las mayoritarias son el dolor emocional, razones espirituales, el deseo de matrimonio e hijos, motivos morales o religiosos, y el deseo de amistad no-sexualizada.
La idea de la homosexualidad genética ha sido implantada políticamente entre la población por los activistas. Ninguna de las áreas que estudian los rasgos innatos (mellizos, disecciones cerebrales y vinculación genética) lo demuestran. Es más, muchos de ellos dan resultados contradictorios, como reconoció el doctor LeVay del suyo propio.
Aunque es muy curioso que ahora que el movimiento obtiene reconocimientos y poder empieza a denunciar los estudios de la genética homosexual para poder extender su fuerza numérica y su contagio ideologico.
Los activistas se han dedicado hasta ahora a descalificar de modo sistemático y rabioso a todos los que les han contestado desde la ciencia: McConaghy, Bieber, Green, Butiglione o Polaino.
Como todo ilegítimo grupo de presión, la meta del movimiento “gay” (en inglés no existen palabras entre lúdicas y “denigrantes” como "marica") no es la tolerancia ni el respeto, es la imposición de su ortodoxia de modo dictatorial disfrazada de democracia, socavando los fundamentos de todo orden social. Como los ecologistas, las minorías raciales o religiosas, o las ONG, verdaderas mafias entre el terrorismo y la subversión que aspiran a ser beneficiarias de las subvenciones estatales y obtener poder político sin pasar por las urnas.
Estos activistas ocultan documentos básicos como el “Manifiesto Revolucionario Gay”, publicado por un tal "Michael Swift" (pseudónimo) en 1987 (el título original es el llamado “Gay Manifesto”, ó “Gay Revolutionary” y lo publicó en la revista Gay Community News de Boston (http://tresmontes7.wordpress.com/gay-manifesto-manifiesto-alegre/); otro documento que se emplea como evidencia de una agenda homosexual radical es la Gay Rights Platform, de1972, que entre otras cosas pide una legislación que termine con la discriminación en el trabajo, que otorgue derechos de adopción, pide la legalización de la prostitución y la abolición de la edad de consentimiento. El texto del Manifiesto Gay dice así:
“Nosotros sodomizaremos a vuestros hijos, emblemas de vuestra débil masculinidad, de vuestros bajos sueños y vulgares mentiras. Nosotros los seduciremos en sus escuelas, en sus dormitorios, en sus gimnasios, en sus vestuarios, en sus zonas deportivas, en sus seminarios, en sus grupos de jóvenes, en los cuartos de baño de los teatros y cines, en los dormitorios de sus ejércitos, en sus paradas de carreteras, en todos sus clubes de hombres, en los congresos, en cualquier sitio donde hombres estén junto a hombres.
Vuestros hijos se harán nuestros siervos y lucharán por nosotros. Vuestros hijos serán reconstruidos, según nuestra imagen. Vendrán, para desearnos, y adorarnos.
Mujer, tú gritas por la libertad. Tú dices que no estás ni estarás nunca satisfecha con hombres. Ellos no te hacen feliz. Nosotros, conocedores del rostro masculino, de la psique masculina, te llevaremos por encima de él. Mujer, tu dices que deseas vivir con cualquier otro excepto con el hombre. Hazlo. Nosotros daremos a tu hombre placeres que nunca ha conocido, porque nosotros somos hombres también, y solo un hombre sabe como de verdad dar placer a otro hombre. Solo un hombre puede entender la profundidad y sentimiento, la mente y cuerpo, de otro hombre.
Todas las leyes que prohíben la actividad homosexual, serán revocadas. En cambio, se creará legislación que engendre amor entre los hombres. Todos los homosexuales deben estar de pie juntos como hermanos; debemos estar unidos artísticamente, filosóficamente, socialmente, políticamente y económicamente. Triunfaremos solo cuando presentemos una cara común al vicioso enemigo heterosexual. Si tu, heterosexual, desafías y gritas contra la unión de los gays, contra el encanto especial de nosotros, te apuñalaremos en tu cobarde corazón, profanaremos tu endeble y muerto cuerpo.
Escribiremos poemas de amor entre hombres; organizaremos juegos en los cuales el hombre abiertamente acaricia al hombre; haremos películas sobre el amor entre los hombres heroicos que sustituirán el barato, superficial, sentimental, insípido, juvenil, encaprichamiento heterosexual que domina en este momento las pantallas de sus cines. Esculpiremos las estatuas de jóvenes hermosos, de los atletas valientes que serán colocados en sus parques, sus plazas. Los museos del mundo estarán llenos sólo con las pinturas de chavales llenos de gracia, desnudos.
Nuestros escritores y artistas harán el amor con hombres de moda y famosos, tendremos éxito porque somos expertos en crear modas. Eliminaremos elementos heterosexuales por el uso de los dispositivos de engaño y burla, dispositivos que somos expertos en el empleo.Desenmascararemos a los homosexuales poderosos que hacen la mascarada como heterosexuales. Usted se asombrará y asustará cuando se encuentre que sus presidentes y sus hijos, sus industriales, sus senadores, sus alcaldes, sus generales, sus atletas, sus estrellas de cine, sus personalidades de televisión, sus líderes cívicos, sus sacerdotes no son el fortín de la familia, burguesa, heterosexual que usted asumió. Estamos por todas partes; nos hemos infiltrado en sus filas. Tenga cuidado cuando usted habla de homosexuales porque estamos entre ustedes; podemos sentarnos junto a su mesa; podemos dormir en la misma cama.
No habrá compromisos. No somos ninguna débil clase media. Somos altamente inteligentes, somos la aristocracia natural de la raza humana y aristócratas de mente acerada como el sable, nunca se conforman con poco. Aquellos que se opongan serán exiliados.
Levantaremos ejércitos enormes privados, como Mishima hizo, Para derrotaros. Conquistaremos el mundo porque tendremos guerreros inspirados en el amor homosexual como eran los antiguos griegos. La familia el lugar donde nace la mentira, la traición, la mediocridad, la hipocresía y la violencia será suprimida. El grupo familiar, que sólo enfanga la imaginación y contiene el libre albedrío, debe ser eliminado. Muchachos perfectos serán concebidos y cultivados en el laboratorio genético. Ellos serán vinculados juntos en la educación comunal, en el control y la instrucción homosexual.
Todas las iglesias que nos condenan serán eliminadas. Nuestros únicos dioses son hermosos jóvenes. Nos adherimos a un culto de belleza, moralidad y estético. Todo lo qué es feo y vulgar y banal será aniquilado.
Estaremos libres de las convenciones de la clase media heterosexual, somos libres de vivir nuestras vidas según los dictados de la imaginación pura. Para nosotros demasiado no es bastante.
La sociedad exquisita que surgirá será gobernada por una elite de poetas alegres. Una de las exigencias principales para una posición de poder en la nueva sociedad de homoerotismo será la indulgencia en la pasión griega. Cualquier hombre contaminado con la lujuria heterosexual automáticamente será excluido de una posición de influencia. Todos los machos que insistan tontamente en lo heterosexual serán llevados ante la justicia homosexual y se harán hombres invisibles.
Volveremos a escribir la historia, la historia completa y rebajada de su mentira heterosexual. Retrataremos la homosexualidad de los grandes líderes y los pensadores que han formado el mundo. Demostraremos que la homosexualidad, la inteligencia y la imaginación están inextricablemente unidas, y la homosexualidad es una exigencia para la nobleza verdadera, la belleza verdadera en un hombre.
Saldremos victoriosos porque estamos abastecidos de combustible con la amargura feroz del oprimido que ha sido forzado a jugar aparentemente papeles secundarios en un mundo heterosexual a lo largo de los años. También somos capaces de encender armas y acudir a las barricadas de la revolución última. Tiembla hetero-cerdo, cuando aparezcamos ante ustedes sin nuestras máscaras”.
La carga desestabilizadora de estos movimientos se nutre de la decadencia de la izquierda que parte de la pérdida de las ideas de clase a partir de Mayo del 68 y la adaptación a estos movimientos de ideólogos como Michel Foucault.
En la revista “Regards”, nº 5 de mayo de 2004, dice el militante Eribon:
“La reivindicación del matrimonio, presentada repetidamente como reaccionaria, es, en efecto, más subversiva que el discurso de la subversión. Tiene un efecto desestabilizante del orden familiar, sexual y de género mucho mayor que la subversión embrujadora.”
Esta táctica de criminalizar al contrario y de pervertir el significado de los conceptos para utilizarlos en provecho propio ya fue la estrategia de Lenin primero y de Hitler después, y desgraciadamente los políticos sin escrúpulos la siguen empleando hoy.
Las tácticas
La estrategia de los activistas tiene tres puntales:
Calificar de homofobia toda oposición, asimilándola además a una forma de “racismo”.
Aumentar desemesuradamente el número del colectivo homosexual, bien a través de falsos datos, bien con la despenalización de la pedofilia o de la inclusión en la enseñanza (de modo obligatorio) de la homosexualidad como una “opción” (¿no decían que es genético?).
La creación de un imaginario “mundo-gay” simpático, culto y benéfico a través de los medios de comunicación y las influencias, descartando los aspectos trágicos y sórdidos.
En el primer aspecto, la represión puede llevar a la cárcel en Suecia por leer ciertos pasajes bíblicos, en Francia a través de elevadas multas por un simple chiste, y en España por no permitir en un tablao bailar sevillanas a dos maricas.
La “discriminación positiva” (el “yo sí, tú no” o “quítate tú para ponerme yo”), meta de todos los grupillos de presión, sí es admitida. Ahora la banca JP Morgan y la Goldman Sachs, dos de las grandes mundiales, exigen la condición homosexual en su actual campaña de contratación de ejecutivos.
El aumento falseado del número de homosexuales es hoy el principal caballo de batalla. Ya en 1948, el estudio de Kinsey, “Sexual Behavior in the Human Male”, daba la cifra de 10-47 %. Lo que no decía es que muchos de los encuestados eran violadores, presos, proxenetas, chaperos y otros delincuentes.
No hay tal 10 %. En la última encuesta canadiense hecha en 2003 la cifra fue del 1,4 %. Curiosamente, a medida que aumenta la edad disminuye su número, ya sea por abandono o muerte (SIDA, enfermedades...). En cuanto a España (nombre que evita la FELGT -Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales -¿acaso son una institución o propiedad del Estado, o es una exigencia de las organizaciones de ideología separatista afiliadas?-), en base a cifras del INE y a los datos del Ministerio de Sanidad, los homosexuales son el 1 % de la población (de un total de 33,5 millones de adultos, casi un 50 % mujeres). Los que declaran contactos esporádicos homosexuales son un 2 % más. El 3 % total (relativo) sería casi de 1 millón, no los 3 o 4 proclamados.
Con respecto a los matrimonios, si sólo existen 10.000 “parejas de hecho” homosexuales, ¿de dónde salen los publicitados 100.000 “matrimonios gays”?, especialmente considerando que el matrimonio supone obligaciones contractuales y convivenciales. En la muy progre Suecia, donde hay un 53 % de divorcios, la probabilidad de ruptura matrimonial homosexual es de un 35 % más que la heterosexual, y la de lesbianas el triple. La Naturaleza es sabia.
Lo que de verdad pretende el “lobby gay” es la subversión social, un atentado contra los principios de naturaleza y sociedad que se rigen por el sentido común y la humanidad de los ciudadanos. Todo ello en nombre de los “derechos humanos” y la “igualdad”. Lo que esgrimen todos los grupos de presión minoritarios. Y con fines de normalizar la degradación y rechazar toda objetividad antropológica, sociológica, psicológica o cultural.
En el tercer aspecto, el de la creación de un maravilloso imaginario-gay, los medios de comunicación tienen un papel fundamental. Si el lobby-gay ya dominaba de modo tiránico ciertos sectores de la música, en el mundo de la TV ha entrado a saco. Es difícil encontrar un presentador que no lo sea. Y en casi todas las series hay un personaje gay, simpático y bueno.
El terreno no era baldio, lo habían preparado las películas made in Hollywood, interpretadas por conocidos actores (heterosexuales o no) afines al lobby: “Priscilla, reina del desierto”, “La jaula de las locas” o “A Wong Foo, gracias por todo” y otras donde se propagaba una imagen del gay, entre víctima y élite instruida y exquisita, que poco o nada tiene que ver con el mundo de vicio sexual desenfrenado y de tragedia personal, que constituyen su realidad.
Un estudio del Instituto Kinsey realizado en San Francisco sobre varones homosexuales revelaba que un 43 % habían tenido relaciones sexuales con 500 o más hombres y que un 79 % habían tenido a más de la mitad de sus compañeros sexuales desconocidos. Por no hablar de las cifras del SIDA en los EEUU (¡el 78 % de los homosexuales manifestó tenerlo!). La propia GLNA (Asociación Nacional de Gays y Lesbianas) asegura que el alcoholismo y la drogadicción es ¡tres veces! mayor que entre los heterosexuales.
La relación de la homosexualidad con la pedofilia es el siguiente caballo de batalla del “movimiento gay”. Ya hace muchos años que una Asociación de Jóvenes Homosexuales de Barcelona solicitaba la despenalización de la pedofilia. Ahora un partido holandés llamado “Amor, Libertad y Diferencia” (NVD) lo solicita. Reclaman, en un principio, rebajar la “edad del consentimiento” (y del consumo de alcohol y tabaco, el voto y la participación en películas pornográficas) a los 12 años, y después abolir el límite.
Este es un mundo al revés, un mundo aberrante. La norteamericana APA pone en su oficina homosexual a gays hostiles a las terapias de tratamiento y recuperación.
La propaganda, como todos los movimientos subversivos saben (del comunismo al fascismo, de los ecologistas a las ONG, de los defensores de las minorías a los nacionalistas), es más poderosa que el análisis y la compleja realidad. Pero los datos están ahí: el informe de la doctora Judith A. Reisman, ( ha enseñado en diversos centros: Princeton, Georgetown, Tel Aviv University y en el Rutherford Institute, así como en el Federal Bureau of Investigation y experta de la Comisión sobre la Pornografía del Fiscal General del Estado norteamericano), afirma que hay una estrecha relación entre homosexualidad y pedofilia, y que los programas escolares sobre la “diversidad y tolerancia sexual” y el hedonismo pornográfico imperante la impulsan. Se basa en sus dos estudios científicos: “Crafting Gay Children: An Inquiry into the Abuse of Vulnerable Youth Via Establishment Media and the School Room” (“Niños homosexuales producto del artificio: una investigación del maltrato de la juventud vulnerable a través del sistema de los medios de comunicación y del aula escolar”) y “Partner Solicitation Language as a Reflection of Male sexual Orientation” (“El lenguaje seductor como reflejo de la orientación sexual masculina”). En ellos acusa al doctor Kinsey de iniciar esta problemática aceptación. Estos estudios basados en estadísticas gubernamentales revelan que, mientras el maltrato infantil en heterosexuales había sido de un 9 %, en homosexuales había sido de un 24 %.
No sólo los estudios de Reisman reflejan cifras alarmantes en cuanto al maltrato infantil en homosexuales, los resultados según otros estudios son:
36% (Journal of Sex & Marital Therapy, K. Reund et al., 1984).
33% (Eastern Psychological Assoc. Convention, Nueva York, Dr. Raymond A. Knight, 1991).
42% (Journal of Interpersonal Violence, W. L. Marshall et al., 1991).
60% (Psychiatric Journal, University of Ottawa, J. W. Bradford et al., 1988).
En cuanto a la relación de la pederastia con el SIDA, tenemos que: el 50 % de infectados reconocen haber tenido relaciones homosexuales con un adulto a los 16 años, y un 20 % ¡a los 10 años!.
Cifras. Hechos.
Los relatos de este ambiente reflejan una depradación obvia y nada idílica:
“En esos meses de sequía, piensas que el mundo gay es una locura. Lo ves con cierta distancia y piensas que estás de atar, todos obsesionados por mojar, por follar (con perdón), ése es el objetivo. Luego están las fiestas, la parafernalia, la ropa, los adornos, pero debajo de todo eso no hay más que un objetivo: sexo duro, es todo. Yo, a veces, lo he hablado - y discutido- con amigos: quitas el sexo duro y ¿qué queda? Nada. Lo que pasa es que esto no se atreven a decirlo muchos”.
“Yo he visto cosas tremendas en las orgías gays. Fiestas monográficas de pissing (lluvia dorada); de fisting (lo del puño); o incluso de sado-maso (te atan, te azotan, te pinchan, te llegan a apagar colillas en los genitales). O clubes nudistas. En Madrid hay uno, donde es casi imposible no salir sin un par de relaciones o tres”.
“O lugares con códigos estrictos de ropa (en algunos sitios sólo admiten arneses o prendas de goma y cuero; en otros, con ropa militar). O con códigos de señales: hay orgías donde llevar un pañuelo de un determinado de un color quiere decir que me gusta que me sodomicen, o que me gustan los fetiches, o el beso negro, por ejemplo? Es cuestión de dar con la media naranja”.
“Te vuelves neurótico. Sufres porque ves a amigos tuyos que han pillado el sida, que se han ido al otro barrio, o que de pronto te los encuentras en un garito y están en los huesos, consumidos, y te das cuenta de que ya están en la recta final, y de que han contagiado o van a contagiar a todo bicho viviente. O con pañales de por vida, como dos que yo conocí, que tuvieron que hacerles una colostomía porque se habían destrozado el colon a base de introducirse juguetes en el recto (vibradores, penes de plástico, etcétera)”.
“Lo piensas fríamente y dices: qué locura. Cada club de sexo duro, cada sauna es una bomba de relojería de sida, un foco de infección, cuyas ondas se expanden cada vez más lejos. Y luego está la sensación de esquizofrenia. Haces vida normal y es una tortura mental acordarte, mientras estás despachando con un compañero de trabajo o hablando con tu madre, del fisting, por ejemplo. Y como no hay freno, aplicas tus fantasías sexuales, cada vez mayores y más extravagantes, a la gente normal que te rodea. Y en esos momentos notas que ya no eres dueño de tu mente”.
Por último no podemos sino incluir un relato de primera mano de alguien que ha convivido desde su infancia con este problema, sin añadir una coma:
“Me llamo Dawn Stefanowicz. Crecí en un hogar homosexual en los años 60 y 70 en Toronto, expuesta a muchas personas distintas de la subcultura GLBT (gay, lesbiana, bisexual, transexual) y a prácticas sexuales explícitas.
Estuve expuesta a un alto riesgo de enfermedades de transmisión sexual debido al abuso sexual, a los comportamientos de alto riesgo de mi padre y a numerosas parejas. Incluso cuando mi padre estaba en lo que parecían relaciones monógamas, continuaba haciendo "cruising" buscando sexo anónimo.
Llegué a preocuparme profundamente, a amar y entender con compasión a mi padre. Compartía conmigo lo que lamentaba de la vida. Desgraciadamente, siendo niño unos adultos abusaron sexual y físicamente de él. Debido a esto, vivió con depresión, problemas de control, estallidos de rabia, tendencias suicidas y compulsión sexual. Intentaba satisfacer su necesidad por el afecto de su padre, por su afirmación y atención, con relaciones promiscuas y transitorias. Las ex parejas de mi padre, con los que me traté y llegué a apreciar con sentimientos profundos, vieron sus vidas drásticamente acortadas por el Sida y el suicidio. Tristemente, mi padre murió de Sida en 1991.
Las muchas experiencias personales, profesionales y sociales con mi padre no me enseñaron el respeto por la moralidad, la autoridad, el matrimonio o el amor paterno. Me sentía temerosamente acallada porque mi padre no me permitía hablar de él, sus compañeros de casa, su estilo de vida y sus encuentros en esa subcultura. Mientras viví en casa, tuve que vivir según sus reglas.
Sí, amaba a mi padre. Pero me sentía abandonada y despreciada porque mi padre me dejaba a menudo para estar varios días con sus compañeros. Sus parejas realmente no se interesaban por mí. Fui dañada por el maltrato doméstico homosexual, las tentativas sexuales con menores y la pérdida de parejas sexuales como si las personas fueran sólo cosas para usar. Busqué consuelo, busqué el amor de mi padre en diversos novios a partir de los 12 años.
Desde corta edad, se me expuso a charlas sexualmente explícitas, estilos de vida hedonistas, subculturas GLBT y lugares de vacaciones gay. El sexo me parecía gratuito cuando era niña. Se me expuso a manifestaciones de sexualidad de todo tipo incluyendo sexo en casas de baño, travestismo, sodomía, pornografía, nudismo gay, lesbianismo, bisexualidad, voyeurismo y exhibicionismo. Se aludía al sadomasoquismo y se mostraban algunos aspectos. Las drogas y el alcohol a menudo contribuían a bajar las inhibiciones en las relaciones de mi padre.
Mi padre apreciaba el vestir unisex, los aspectos de género-neutro, y el intercambio de ropas cuando yo tenía 8 años. Yo no veía el valor de las diferencias biológicamente complementarias entre hombre y mujer. Ni pensaba acerca del matrimonio. Hice votos de no tener nunca hijos, porque no crecí en un ambiente de hogar seguro, sacrificial, centrado en los niños.
Más de dos décadas de exposición directa a estas experiencias estresantes me causaron inseguridad, depresión, pensamientos suicidas, miedo, ansiedad, baja autoestima, insomnio y confusión sexual. Mi conciencia y mi inocencia fueron seriamente dañados. Fui testigo de que todos los otros miembros de la familia también sufrían.
Hasta que no llegué a los 20 y 30 años, hasta después de hacer las elecciones importantes de vida, no empecé a darme cuenta de cómo me había afectado crecer en este ambiente. Mi sanación implicó mirar de frente la realidad, aceptar las consecuencias a largo plazo y ofrecer perdón. ¿Podéis imaginar ser forzados a aceptar relaciones inestables y prácticas sexuales diversas desde corta edad y cómo afectó a mi desarrollo? Mi identidad de género, bienestar psicológico, relaciones con iguales quedaron afectadas. Desgraciadamente, hasta que mi padre, sus parejas sexuales y mi madre murieron, no pude hablar públicamente de mis experiencias.
Al final, los niños serán las víctimas reales y los perdedores del matrimonio legal del mismo sexo. ¿Qué esperanza puedo ofrecer a niños inocentes sin voz? Gobiernos y jueces deben defender el matrimonio entre hombre y mujer y excluir todos los otros, por el bien de nuestros niños”.
Por lo tanto creemos que el problema de la homosexualidad proviene de un grupo de presión militante que manipula y pervierte su significado, por una negación del sufrimiento emocional que, en la gran mayoría de los casos, supone estar expuesto a esta perversión y a la negativa a considerarla como tal y CURARLA psicológicamente, yendo al hecho traumático que lo provocó (como el acoso escolar del que tanto se habla ahora).
El rechazo o el apoyo militante sobran, como en el caso del resto de los grupos de presión, manipuladores e ilegítimos. Y por último la enorme carga subversiva y antihumana de las metas del movimiento de activistas homosexuales.
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