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lunes, 16 de marzo de 2015

La definición de "Homosexualidad" (Homosexualismo) según la enciclopedia alternativa Metapedia

Fuente de este tema: 
es (PUNTO) metapedia (PUNTO) org/wiki/Homosexualismo

El homosexualismo u homosexualidad (del griego, homo "igual", y del latín, sexus "sexo"), es un trastorno psicológico del desarrollo de la identidad sexual caracterizado por el conjunto de comportamientos y prácticas basadas en la atracción erótica hacia individuos del mismo sexo. Por ser un trastorno psico-sexual, algunos la consideran una perversión sexual, más propiamente una parafilia, socialmente inmoral y antinatural. 


El bisexualismo o bisexualidad es la atracción erótica hacia ambos sexos, y por lo tanto implica una condición homosexual, en mayor o menor grado, dependiendo del individuo.

La desclasificación oficial de la homosexualidad como trastorno en los manuales de salud, fue resultado exclusivo de la presión política de los grupos activistas gay, y no como resultado de la investigación científica. 

En los últimos años la influencia de los homosexuales en la política y en la cultura ha aumentado. Luchan constantemente, por medio de grupos de presión, promoviendo la homosexualidad para que sea reconocida en la sociedad como una "opción aceptable y respetable", y como "una variante normal de la sexualidad humana". El movimiento político gay ha influido de forma determinante en la opinión pública, logrando la mayoría de sus objetivos tales como redefinir el concepto legal del matrimonio, la familia, la adopción legal de niños y la legalización de la pederastia. 

Definición como enfermedad


Se define la enfermedad como una alteración de la salud, y la salud como el estado en que el organismo ejerce normalmente todas sus funciones. La enfermedad sería, pues, un estado en el que el organismo no cumple con normalidad todas sus funciones. Teniendo en cuenta que las tres funciones vitales de todo ser vivo son la nutrición, la relación y la reproducción, la condición de homosexual se podría considerar una enfermedad basada en una alteración de la última función, ya que los comportamientos homosexuales truncan la continuidad de la especie.

Una objeción hecha desde diversos sectores del marxismo cultural a esta definición es que la sexualidad del individuo y su reproducción son cosas totalmente distintas, y que, por tanto, alguien que tenga una orientación sexual distinta a la que es propia de la especie humana no tiene por qué ser considerado un enfermo. Asimismo, añaden que, en los tiempos que corren, existen muchas formas de que un homosexual pueda tener hijos sin relacionarse con alguien del sexo opuesto. Lo primero es posible refutarlo aferrándose a la definición de sexualidad, la cual establece que la sexualidad es el conjunto de comportamientos y actitudes relacionados, entre otras cosas, con la realización de la función de reproducción. En cuanto a lo segundo, la refutación es más simple aún: el hecho de que existan medios para suprimir los efectos de una enfermedad no quiere decir que dicha enfermedad deje de ser tal. Un broncodilatador puede hacer pasar los efectos del asma, pero no por ello el asma deja de ser una enfermedad. Por la misma razón, aunque un homosexual pueda reproducirse de diversas maneras, no por ello dejaría de ser un enfermo de acuerdo con la definición de enfermedad.


Estudio académico de la homosexualidad

Terminología
El término homosexual fue acuñado en 1869 por el escritor austriaco Karl-Maria Kertbenyen y popularizado más tarde por el psiquiatra Richard Freiherr von Krafft-Ebing en Psychopathia Sexualis de 1886.

Estadísticas
La mayoría de los estudios concluyen que los homosexuales representan entre un 2% y 3% de la población total.

Estados Unidos
El National Health and Social Survey de Estados Unidos concluyó que sólo el 2,8% de los hombres y el 1,4% de las mujeres creen ser homosexuales o bisexuales; esto es, del orden del 2% de la población total adulta incluyendo los bisexuales.
Una base muy rigurosa es la encuesta del CDC de Atlanta llevada a cabo por la Oficina del Censo de los EE.UU. para el Centro Nacional de Estadísticas sobre Salud del Centro para el Control de Enfermedades, en base a 10 mil entrevistas trimestrales. La pregunta utilizada en este caso es si ha tenido relación con algún hombre al menos desde 1977. El resultado se sitúa en menos del 3% como norma.
Encuesta del National Opinion Research Center para el Gobierno de Estados Unidos sobre 1.537 adultos. Sólo el 0.6% mantuvo relaciones homosexuales permanentes.
Encuesta del Instituto Alan Guttmacher para hombres de 20 a 39 años, para los que el 2,3% afirma haber tenido una experiencia homosexual y sólo el 1% con carácter exclusivo.

Francia
El gobierno francés encuestó a más de 20 mil adultos con el resultado de que el 4,1% de los hombres y el 2,6% de las mujeres había tenido relaciones homosexuales alguna vez a lo largo de su vida, y de sólo el 0,7% y el 0,6% para hombres y mujeres respectivamente para relaciones homosexuales exclusivamente.

Canadá
Sobre 5.514 estudiantes menores de 25 años el 98% era heterosexual, el 1% bisexual y el 1% homosexual.

Chile
Estudio Nacional de Comportamiento Sexual (Gobierno de Chile – Ministerio de Salud - CNS de Chile – ANRS de Francia) sobre 5.407 encuestados en el año 2000, el 0,2% declararon ser homosexuales y el 0,1% bisexuales.

Brasil
Sobre un universo de 3.324 encuestados en el año 1999, el 1,4% declaró ser homosexual o bisexual.

Dinamarca
Estudio aleatorio danés sobre 1.373 hombres, sólo un 2,7% tuvo una experiencia homosexual.

Noruega
Estudio aleatorio entre 6.300 personas. Un 3,5% hombres y 3% mujeres contestaron que habían tenido alguna experiencia homosexual en su vida.

Psiquiatría


Richard von Krafft-Ebing, uno de los padres de la psiquiatría moderna y a quien el propio Sigmund Freud reconocía como su autoridad, consideró a la homosexualidad incluso como una enfermedad degenerativa en su Psychopatia Sexualis de 1886. Los trabajos científicos de Freud, tras la llegada del psicoanálisis, resultaron en una postura que consideraba patológicas, no sólo a las prácticas, sino incluso a la mera condición homosexual. Por ejemplo, en sus Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad (1905), Freud incluyó la homosexualidad entre las perversiones o aberraciones sexuales -en sus propios términos- equiparadas al fetichismo, la zoofilia, la necrofilia, o las prácticas sádicas o masoquistas. A juicio de Freud, la homosexualidad era una manifestación de la falta de desarrollo sexual y psicológico que se traducía en fijar a la persona en un comportamiento previo a la madurez heterosexual. Si bien existe una carta de Freud de 1935 (Carta a una madre americana) que se usa a menudo para demostrar que el médico judío cambió de opinión al respecto de la homosexualidad, pues en ella, expresó que la homosexualidad "no es un vicio, ni un signo de degeneración, y no puede clasificarse como una enfermedad".

Psicoanalistas como Alfred Adler y Carl Gustav Jung, se pronunciaron al respecto, de una manera más estricta. Los posteriores psicoanalistas no sólo no modificaron estos juicios sino que los acentuaron a la vez que aplicaban tratamientos para la inclinación homosexual. Por ejemplo, en los años cuarenta del siglo XX, Sandor Rado afirmó que la homosexualidad era un trastorno fóbico hacia las personas del sexo opuesto, por lo que se consideró susceptible de ser tratada como otras fobias. Ya en los años sesenta Irving Bieber y otros psiquiatras, partiendo del análisis derivado de la experiencia de trabajar con un considerable número de homosexuales, afirmaron que la homosexualidad era un trastorno psicológico derivado de relaciones familiares patológicas durante el período edípico. Por otra parte, en esa misma década Charles Socarides defendía la tesis de que la homosexualidad se originaba en una época pre-edípica y que por lo tanto resultaba mucho más patológica de lo que se había pensado hasta entonces. La posterior relativización y negación de esos juicios médicos procedió de científicos como el Dr. Alfred C. Kinsey, cuyas tesis fueron severamente criticadas por la ciencia psiquiátrica desde entonces. Los estudios de Kinsey alimentaron la revolución sexual y 50 años más tarde, la sexualidad del "todo está permitido" ha penetrado en todas las instituciones del mundo.


Causas

Existen diversas hipótesis sobre los orígenes de la homosexualidad. Las más contempladas bien se pueden clasificar dentro de dos conjuntos de factores: los endógenos y los exógenos. Los endógenos o innatos son aquellos que engloban aquellos factores genéticos, biológicos, neurológicos, por disfunciones hormonales innatas, etc. Los exógenos o adquiridos se identifican con aquellos factores psicológicos, ambientales, que incluirían las experiencias durante el desarrollo en la infancia, la influencia y relación con los padres, etc., pero también la presencia de desproporcionados niveles de estrógenos (hormonas femeninas) en los alimentos y el ambiente.


Factores innatos


Muchos simpatizantes de la causa gay han querido defender una causa genética de la homosexualidad pensando que así podría validarse una idea que últimamente ha ido extendiéndose gradualmente, aún fuera de círculos no homosexuales, que argumenta que si la homosexualidad es innata y no adquirida, entonces ésta no es susceptible de ser cambiada, y que siendo así sería una conducta natural del ser humano, por lo que se acabaría definitivamente con su consideración como una patología, trastorno o desorden. Los homosexuales usan frecuentemente esta idea de la supuesta predisposición genética como una excusa para justificar su comportamiento. Sin embargo, aún cuando la homosexualidad fuese determinada genéticamente, también son condiciones genéticas el síndrome de Down o el daltonismo, y no por ello significa que no son patologías, mismas que además, como la homosexualidad, responden a una incidencia estadística similar. Más o menos hace veinte años en los Estados Unidos se hablaba del "gen gay", o del "cerebro gay", pero en realidad, ningún estudio ha demostrado tales conceptos.

Los estudios más difundidos acerca de un posible factor genético de la homosexualidad, son los efectuados por Simon Le Vay, en 1991, y Dean Hamer, en 1993, sin embargo, ninguno de estos estudios han podido ser reproducidos satisfactoriamente y hasta ahora no existe evidencia sobre un supuesto "gen gay". Especialistas en sexualidad humana como William Masters y Virginia Eshelman Johnson, sostienen desde mucho antes que la teoría genética de la homosexualidad ha sido en general descartada.

Numerosos autores que han revisado cuidadosamente todas las publicaciones que intentan validar la predisposición genética de la homosexualidad, han descubierto que no sólo no demuestran una base genética para la atracción homosexual, sino que, partiendo de sus propios prejuicios e intereses personales, ni siquiera pretenden obtener evidencia científica para tal afirmación. Los estudios al respecto están extremadamente defectuosos, inconclusos y parcializados pues por lo regular quienes hacen esas investigaciones son científicos homosexuales.

Neil Whitehead, un doctor en bioquímica, afirmó: "la homosexualidad no es innata, no es dictada genéticamente, no es inmutable."

Simon Le Vay y el "cerebro gay"

El científico homosexual y dirigente del movimiento gay de California, Dr. Simon Le Vay, llevó a cabo su estudio sobre cerebros de varones homosexuales fallecidos por SIDA. Su estudio se centró en un grupo de células del hipotálamo, conocidas como INAH-3. Le Vay alegó haber encontrado "sutiles, pero significativas diferencias" entre las estructuras cerebrales de hombres homosexuales y heterosexuales. Concluyó el resumen de su estudio diciendo: "Este descubrimiento... sugiere que la orientación sexual tiene un substrato biológico".

En 1991 la revista Science publicó un artículo reportando sus supuestos hallazgos. Según el reporte, el Dr. Le Vay había examinado una muestra de cadáveres entre los cuales la mayoría pertenecían a personas homosexuales y había encontrado una diferencia significativa entre los cerebros de los homosexuales y los cerebros de los supuestos heterosexuales. La prensa tomó este nuevo descubrimiento y lo publicó a todo lo largo y lo ancho de EE.UU. Pero desde la publicación del supuesto hallazgo, ese estudio permaneció bajo el rigor de severas críticas, de hecho todo el estudio era muy defectuoso. Primero, el grupo de cadáveres que el Dr. Le Vay usó para su estudio fue muy limitado, pues constituyó de solamente 40 cadáveres. Segundo, los 24 cadáveres de homosexuales conocidos que fueron examinados murieron de SIDA, o más bien de complicaciones relacionadas, y se sabe que el cerebro de un individuo infectado puede sufrir cambios drásticos. El cerebro de víctimas del SIDA puede reducirse en tamaño; sus cavidades internas, llamadas ventrículos, se expanden y porciones de la corteza cerebral se consumen. Aunque se pueden elaborar tratamientos que detengan la infección viral y permitan que el sistema inmunológico se recupere, es muy probable que los daños al cerebro sean permanentes. Los 16 cadáveres restantes, según el estudio, eran de heterosexuales. Sólo se presume que lo eran, pero nadie pudo asegurar si lo eran o no.

Mientras que la mayoría de los homosexuales y la prensa alaban el descubrimiento del Dr. Le Vay, algunos homosexuales incluso tuvieron dudas en cuanto al método defectuoso que se usó en dicho estudio. Michael Botkin, un famoso escritor homosexual escribe: "Un control tan descuidado como el del Dr. Le Vay, invalida por sí mismo el estudio".

Por ello, en 1993, Le Vay trató de minimizar o justificar su error escribiendo que no intentaba probar la predisposición de la homosexualidad, evadiendo en parte los errores metodológicos de su defectuoso estudio:

Para muchas personas, encontrar una diferencia en la estructura cerebral entre hombres homosexuales y heterosexuales equivale a probar que los homosexuales "nacieron así". Una y otra vez he sido definido como alguien que "probó que la homosexualidad es genética", o algo así. No lo hice. Mis observaciones fueron hechas sólo en adultos que fueron sexualmente activos por un período considerable de tiempo. No es posible, sólo con base en mis observaciones, decir si las diferencias estructurales estaban presentes al nacer y más tarde, influenciaron a los hombres a hacerse homosexuales; o si eso apareció en su vida adulta, quizá como resultado de su conducta sexual.

Michael Bailey y Richard Pillard

El Estudio de Michael Bailey y Richard Pillard se centró en mellizos. Si la homosexualidad estuviese determinada genéticamente, entonces uno podría esperar que un par de gemelos idénticos sean idénticos también en sus atracciones sexuales. Sin embargo, Bailey y Pillard no pudieron establecer esto. Su estudio probó que, cuando un gemelo era homosexual, había aproximadamente una probabilidad de 50/50 de que el otro gemelo fuese también homosexual. No obstante, esta probabilidad 50/50 es más bien atribuible a la influencia de la cultura circundante y del otro gemelo. Como el Dr. Dean Byrd señala: "El único punto esencial que emerge de la investigación de Bailey y Pillard realmente probó que las influencias ambientales juegan un fuerte papel en el desarrollo de la homosexualidad."

Dean Hamer y el "gen gay"


Otro estudio que atrajo la atención nacional fue el del Dr. Dean Hamer, un científico del Instituto Nacional de la Salud. Él afirmó que una región en el cromosoma X, la sección Xq28, estaba relacionada, en algunos casos, a la homosexualidad. Después de analizar esta secuencia de ADN en cuarenta pares de hermanos homosexuales, concluyó que los mismos marcadores genéticos existían en el 83% de ellos. Sin embargo, cuando se hizo ese mismo estudio con lesbianas, el supuesto eslabón genético no se encontró. La obra del Dr. Hamer está ahora bajo una investigación conducida por la Oficina Federal de Integridad porque sus asistentes señalan que el Dr. Hamer alteró intencionalmente la información, para acomodarla convenientemente a su conclusión final.

Otros afirman que los hallazgos de Hamer fueron simplemente mal interpretados, y por eso fueron presentados como una prueba de que la homosexualidad es genética y hereditaria. Sin embargo, como el mismo Dr. Hamer afirmó:

La herencia no produjo lo que originalmente esperábamos encontrar: una simple herencia mendeliana. De hecho, nunca encontramos una sola familia en la cual la homosexualidad hubiese sido transmitida según el obvio modelo que Mendel observó en sus plantas de guisantes.

El Dr. George Rice realizó de nuevo la investigación del Dr. Hamer, pero con diferentes resultados. Esto llevó al Dr. Rice a concluir: "Nuestros datos no apoyan la presencia de un gen de amplio efecto que influencie la orientación sexual en la posición Xq28."

El Dr. Joseph Nicolosi de la Asociación Nacional para la Investigación y Terapia de la Homosexualidad (NARTH), y quien ha trabajado con más de 200 homosexuales, comenta con la prensa sobre lo poco que se ha logrado en esta búsqueda del "gen gay". Afirma que lo que los homosexuales están buscando es una prueba biológica que los identifique a ellos como "una población diferente o especial". De ahí que ellos se aferren a cualquier evidencia que los favorezca en ese sentido por más fragmentada que ésta sea, con tal de poder decir: "Nacimos Así".


Factores adquiridos


Actualmente, la mayoría de los autores se inclinan a favor de la interacción de una variedad de factores externos, y ambientales, pero no se ha descartado totalmente la posible influencia de ciertos factores internos como los neurológicos.


Contaminación ambiental

En algunos individuos, las hormonas prenatales pueden masculinizar o afeminar de forma anormal el feto en desarrollo… Cuando una mujer embarazada es expuesta a ciertas sustancias contaminantes del ambiente que se sabe que tienen un efecto hormonal sobre el cuerpo, algunos escritores teorizan que se difuminan las diferencias en el feto en desarrollo. Las distorsiones de género resultantes pueden afectar al sentido del niño o niña de sí mismo.

Linda Nicolosi, Asociación Nacional para la Investigación y Terapia de la Homosexualidad (NARTH)

Un gran número de sustancias químicas artificiales que se han vertido al medio ambiente, así como algunas naturales, tienen potencial para perturbar el sistema endocrino de los animales, incluidos los seres humanos y tienen serios efectos en la configuración sexual del feto de los animales y en el comportamiento sexual de los adultos. Entre ellas se encuentran las sustancias persistentes, bioacumulativas y organohalógenas que incluyen algunos plaguicidas (fungicidas, herbicidas e insecticidas) y las sustancias químicas industriales, otros productos sintéticos derivados del petróleo y algunos metales pesados.

Las hormonas son los mensajeros biológicos más potentes que existen, por lo que incluso cantidades minúsculas pueden afectar considerablemente el comportamiento. Los estudios han demostrado que existen grandes niveles de estrógenos (hormonas femeninas) en diversos medios, debido a la contaminación. Algunas sustancias naturales que contienen variables niveles de estrógenos son el alcohol, la leche, el tabaco, comida chatarra y productos de soya. Un tipo especial de estrógenos que se han incrementado son los xenoestrógenos (estrógenos sintéticos, a diferencia de los arquiestrógenos que son estrógenos naturales), y se hallan en productos artificiales, como el plástico, introducidos en el mundo por empresas químicas, agrarias e industriales en los últimos 70 años. Se puede encontrar estrogenización en el recubrimiento interior de latas y de botellas, los aditivos en la comida procesada, el olor que despiden los materiales del interior de un coche, los aires acondicionados, las sustancias químicas vertidas en el agua y la infinita gama de plásticos que nos rodea. Los xenoestrógenos se encuadran en los llamados Disruptores Endocrinos (también llamados "estafadores químicos"), sustancias artificiales que pululan por el ambiente e imitan los efectos de los estrógenos naturales, actuando como potentes mensajeros hormonales y propiciando cambios importantes en personas y animales (especialmente peces y anfibios) e influyen, entre otras cosas, en la diferenciación sexual.

Por ello, además de las diversas consecuencias que tiene la estrogenización ambiental, tales como la infertilidad, el incremento en los casos de cáncer de mama, o retraso de la pubertad en varones y adelanto de la pubertad en las niñas, también trae como consecuencia un incremento en el homosexualismo de los varones así como en su feminización física[28] y psicológica, que se traduce en cambios como tener las caderas más anchas que los hombros, cinturas anchas y vientres prominentes, sin contar el aumento de casos de malformación genital, ambigüedad sexual, micropenes y, sobre todo, hombres que no se sienten hombres ni se identifican con el papel masculino. La diferencia entre las mujeres estrogenadas y los hombres estrogenados es que las primeras son (en teoría) "más mujeres" y están más fuertemente sexuadas, mientras que los segundos son "menos hombres".

Estos efectos de la estrogenización son acumulativos y degenerativos, así las generaciones que hayan estado expuestas más tiempo a la contaminación hormonal tenderán a producir individuos con mayor daño hormonal. Esto podría dar la impresión de que las condiciones homosexuales son "innatas" ya que los niños nacen ya con un daño hormonal, pero lo cierto es que no dejan de ser adquiridas, debido a la exposición a los altos niveles de estrógenos en el medio ambiente.

Experiencias durante la infancia


En particular también se ha observado que el abuso sexual en la infancia  tiene un importante papel para el desarrollo de la homosexualidad.

El 46% de los hombres homosexuales y el 22% de las mujeres homosexuales fueron abusados sexualmente en su infancia por una persona del mismo sexo. En cambio, entre la población heterosexual sólo un 7% de los hombres y un 1% de las mujeres sufrió acoso o abusos sexuales en su infancia por una persona del mismo sexo. 

David Finkelhor, experto en abuso sexual infantil, dice que "los chicos que fueron abusados sexualmente por hombres mayores tuvieron, al crecer, cuatro veces más posibilidades de implicarse en actividad homosexual que los que no fueron víctimas. Más aún, los adolescentes a menudo relacionaban su homosexualidad con sus experiencias de abuso sexual".

El Dr. Joseph Nicolosi sostiene que las causas de la homosexualidad se remontan a la auto-percepción del niño o de la niña en la primera infancia. El niño, según Nicolosi, necesita de una relación con su padre para desarrollar su substancial identidad masculina, la niña necesita de una unión emotiva o relación con su madre para desarrollar su feminidad. Es el sentido del género que determina la orientación sexual; en otras palabras, cuando un chico se siente seguro de su masculinidad, se siente naturalmente atraído por las mujeres. Y la misma cosa es verdad para las mujeres: cuando una joven se siente segura de su identidad femenina, se sentirá naturalmente atraída por los chicos. El homosexual es una persona que carece tanto del sentido de género, como de identidad sexual, y por ello trata de remediar, o busca un remedio a través de otras personas. Esta inclinación se hace sexualizada, y es por ello que manifiestan el síntoma de la homosexualidad.

De hecho los activistas gay en los Estados Unidos ya no hablan tanto de bases biológicas o genéticas, porque ningún estudio lo ha demostrado ni ha ofrecido tal confirmación. Son mucho más evidentes las causas familiares y ambientales, especialmente aquélla que llamamos la clásica relación triádica constituida por el chico con un padre distanciado y crítico, por una madre involucrada, sobreprotectora y a veces dominante, y por un chico constitucionalmente sensible, introvertido y refinado que está expuesto a un riesgo mayor de sentirse falto en la identidad sexual, (incluso los casos de violaciones) este esquema se percibe continuamente.


Biología


Desde el punto de vista biológico, la especie humana se encuentra entre las que se reproducen únicamente de manera heterosexal, es decir entre personas de distinto sexo. La homosexualidad por el contrario, es incapaz de engendrar vida y no tiene ningún propósito biológico definido, aunque se ha pensado que su función principal podría ser la de contrarrestar la sobrepoblación. Sea esto último cierto o no, la homosexualidad no es normal en términos de orden natural. La normalidad, dice el Dr. Joseph Nicolosi, es "aquello que cumple una función conforme a la propia naturaleza"; y esto es el concepto de orden natural. Los sexos iguales son incompatibles por condiciones intrínsecas y naturales; en razón de la anatomía y la fisiología, por lo que los sexos iguales no fueron 'diseñados' para su mutua unión.


Consecuencias médicas de la actividad homosexual


Además de responder a un desorden del desarrollo psicosexual, la homosexualidad, en especial la masculina, cumple con los parámetros requeridos para clasificarla como un síndrome, entendiendo éste como el conjunto de síntomas de claras consecuencias físicas y que caracterizan a una enfermedad en particular.

Profesionales de la salud como el Dr. Edward R. Fields y la Dra. Kathleen Melonakos han profundizado en esta cuestión.

La práctica homosexual reduce en 20 años la esperanza de vida, aumenta 5 a 10 veces el riesgo de SIDA, y entre el 70% y el 78% de los homosexuales aseguran haber tenido alguna enfermedad de transmisión sexual.

Las consecuencias médicas, enfermedades y daños físicos a los que los homosexuales activos son vulnerables pueden ser clasificados, resumidamente, como sigue:

  • Enfermedades de Transmisión Sexual
El 78% de los homosexuales contrae enfermedades transmitidas sexualmente, tales como VIH-SIDA, gonorrea, infecciones de Clamidia de tracoma, sífilis, herpes simplex, verrugas genitales, piojos púbicos, sarna, etc.

El SIDA, no es como tal una enfermedad de homosexuales, sino una enfermedad de la promiscuidad, pero puesto que los homosexuales son mucho más promiscuos que los heterosexuales, el sida en sus inicios llegó a convertirse en una pandemia a través de las actividades homosexuales y a partir de ellas se fue extendiendo a otros sectores de la población. De hecho, de no haber sido por la creciente actividad homosexual, este padecimiento no se habría expandido por América y Europa.

La actividad de los homosexuales es la única razón de que en 1992, el 83% del total de casos de SIDA en los Estados Unidos se daba entre los varones homosexuales y bisexuales. Los varones bisexuales son el principal medio de transmisión de esta enfermedad a la comunidad heterosexual, a través de una normal actividad heterosexual con una desafortunada pareja que, más tarde podrá, a su vez, contagiar esa plaga a su prole o a otros hombres.

De acuerdo con los Centros para el Control de la Enfermedad (CDC), los hombres homosexuales tienen entre 500 y mil veces más probabilidades de contraer el SIDA que la población heterosexual en general.

Según el Journal of the American Medical Association, el 50% de los hombres enfermos de SIDA han tenido relaciones sexuales con un hombre adulto antes de los 16 años, y el 20% antes de cumplir los 10.

El Dr. Jeffrey Satinover informa de que el 30% de todos los hombres homosexuales de 20 años de edad serán VIH o estarán muertos a más tardar a la edad de 30 años. Podría pensarse que el enfoque ético sería: "Utilicemos cualquier cosa que funcione para intentar sacar a esta gente de su posición de riesgo. Si ello significa hacer que se pongan el preservativo, bien. Si significa hacer que dejen el contacto sexual anal, bien. Si significa hacer que dejen la homosexualidad, bien". Pero esta última intervención es la única que es absolutamente tabú.

El hecho de que la APA haya eludido la responsabilidad por su carencia de integridad científica y profesional es especialmente increíble debido a la llegada de la epidemia del SIDA. En Estados Unidos actualmente se estiman unas 900.000 personas que están infectados con el virus del VIH, esto es, 1 de cada 300 americanos. Aunque ha habido un decrecimiento por año en las muertes por SIDA debido a la terapia de drogas, (terapia que cuesta un promedio de $12.000.00 por paciente al año), el índice de nuevos infectados por año ha permanecido el mismo, unas 40.000 personas, a pesar de veinte años de campaña de "Sexo Seguro".

Estos hechos demuestran el fracaso de políticas actuales para contener la epidemia del SIDA. Mientras que la terapia de las drogas prolongará brevemente la vida de estos pacientes, el SIDA permanece como la causa quinta de mortalidad entre las personas de edades entre los 25 y 44 años, y el 60% de los nuevos casos es contraído por hombres que han mantenido relaciones homosexuales.

  • Enfermedades entéricas
La Enfermedad del Intestino Gay o Síndrome Intestinal Gay, es una infección crónica de variados parásitos intestinales que incluyen especies como Staphilococus aureusShigella,Campylobacter de yeyuno, SalmonellaEntamoeba histolyticaGiardia lamblia, Hepatitis A, B, C, D y citomegalovirus. También proctitis y proctocolitis causadas por virus herpes simplex, gonococo,Chlamydia trachomatis y Treponema pallidum.

Según el Departamento de Sanidad Pública de San Francisco, entre el 70 y el 80% de los 75.000 casos de hepatitis registrados en esa ciudad se dan entre los homosexuales. Éstos son portadores de esa enfermedad en el 29% de los casos en Denver, del 66% en Nueva York, del 56% en Toronto, del 42% en Montreal y del 26% en Melbourne. El virus de la hepatitis A puede propagarse a través del agua o de alimentos contaminados y se transmite con facilidad en los colegios. La hepatitis C se transmite por vía sanguínea y sexual.

La hepatitis, la tuberculosis y los parásitos intestinales pueden ser contraídos a través de la saliva de personas infectadas que laboren en restaurantes o que manejen alimentos o, incluso, que se hallen a proximidad de los mismos. Dependiendo de la ciudad, entre un 39% y un 59% de homosexuales han sido infectados con parásitos intestinales tales como lombrices, gusanos y amebas.

  • Traumas relacionados con el contacto anal
El sexo anal es practicado por el 90% de los homosexuales y dos tercios participan regularmente según un estudio de Corey y Holmes. El grupo estudiado tuvo un porcentaje de 110 diferentes participantes sexuales y 68 "relaciones" rectales anuales.

Las probables consecuencias son: Incontinencia fecal, hemorroides, fisura anal, cuerpos extraños alojados en el recto, desgarros rectosigmoideos, proctitis alérgica, edema penil, sinusitis química, quemaduras de nitrito inhalado, etc.

El ano y el recto son órganos que tienen la función única y exclusiva de excretar los desechos digestivos del cuerpo. No poseen producción propia de lubricantes, necesaria para facilitar una penetración; su mucosa es sumamente delicada y sus vasos sanguíneos pueden desgarrarse fácilmente provocando el sangrado.

  • Enfermedades psicológicas.
Los homosexuales tienen mayor riesgo de padecer enfermedades mentales tales como depresión y tendencias suicidas, ansiedad, trastornos de la conducta, alcoholismo, drogadicción y violencia. De hecho hay mucha más violencia dentro de la comunidad en sí misma que la originada desde fuera de ella.

Los homosexuales, hombres y mujeres, tienen una probabilidad 14 veces más alta que los heterosexuales de cometer intento de suicidio De acuerdo a la "Canadian Rainbow health coalition (CHRC)" los homosexuales tienen una probabilidad 3 veces más alta que los heterosexuales de lograr su cometido al intentar suicidarse.

El alcoholismo afecta entre el 20% y el 30% de la población homosexual. El 35% de las lesbianas tiene un historial de exceso de bebida, compárese con el 5% de mujeres heterosexuales. Además, aproximadamente un 30% de homosexuales y lesbianas son adictos a las drogas. 
Un estudio realizado por la Universidad de California (UCLA) en cerca de 2000 residentes del área de California, muestra que la población homosexual tiene mayor riesgo que los heterosexuales en el consumo y abuso de sustancias adictivas. Se encontró que en un año el 48.5% de homosexuales acudieron a clínicas de desintoxicación en contraste al 22.5% de heterosexuales.

Tratamiento


A quienes padecen este trastorno psicológico y desean eliminar o disminuir sus deseos y comportamientos homosexuales, se les recomienda realizar una terapia de reorientación sexual, también conocida como terapia reparativa. Muchas personas que sufren angustia debido a este problema están bajo tratamiento psiquiátrico logrando mejores resultados cuanto mayor sea la voluntad de la persona para salir de esa situación y menor la trayectoria del paciente en el mundo homosexual.

Activismo gay



Los activistas gay han conseguido la ampliación de supuestos derechos en la estructura social de varios países. Estos "derechos" incluyen el reconocimiento social, cultural y jurídico que regula la relación y convivencia de dos personas del mismo sexo, con iguales requisitos y efectos que los existentes para los matrimonios, es decir, las instituciones formadas entre dos personas de distinto sexo.

Según la Real Academia Española, el matrimonio es la unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales.

Adopción de niños por parte de homosexuales


La adopción de niños es uno de los privilegios otorgados a los homosexuales que más debate y oposición ha suscitado.

Los niños son el resultado de la unión exclusiva de un hombre y una mujer. El hecho de tener niños no es un aspecto inherente ni característico de las relaciones homosexuales, tampoco es un hecho natural incontrovertible e innegable. Por más que un hombre tenga sexo con otro hombre, o bien, una mujer con otra mujer, no será posible la concepción del embrión. La naturaleza sexual no estableció que los individuos fuesen producto de las uniones homosexuales, y por la misma razón tampoco estableció que fuesen criados por homosexuales. Si la naturaleza hubiese querido que fuera así, los opositores a estos privilegios no tendrían nada que discutir al respecto, sin embargo, en razón de este único principio natural y evidente, la mayoría de la sociedad rechaza la adopción gay. Gradualmente, a la vez que este privilegio va imponiéndose y desarrollándose en la sociedad, van apareciendo también sus consecuencias. En España se ha sancionado a aquellos jueces que han mostrado reticencia o no han aprobado la custodia de los hijos habidos de otra relación a favor de parejas homosexuales. Un ejemplo muy conocido de este tipo de acoso es el derribo del juez Calamita en Murcia, expulsado fulminantemente de la Carrera Judicial.

Según un estudio longitudinal publicado en 1997 en el Journal of Orthopsychiatry (Golombok y Tasker), a la edad adulta, los hijos criados por lesbianas tienen un 24% más de incidencia en relaciones homosexuales que los hijos de madres heterosexuales.

Homosexualidad y abuso sexual infantil


Otro de los aspectos que ocupan al movimiento gay es el esfuerzo por reducir la edad legal o de consentimiento para las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo.

Un punto del debate al que no se le da demasiada publicidad es el tema de la pederastia. Diversos estudios muestran que entre el 22% y el 60% de los homosexuales son o han sido pederastas.

No pocos grupos de homosexuales quieren incluso lograr que sea permitida la actividad sexual entre adultos y niños, y algunos psicólogos buscan que la pedofilia sea considerada un comportamiento sexual aceptable. Un estudio reciente del Family Research Council analiza los intentos para reducir la edad del consentimiento en diversas partes del mundo.

La APA ha afirmado cínicamente que "Otro mito sobre la homosexualidad es la creencia errónea de que los homosexuales tienen una mayor tendencia a abusar sexualmente de los niños que los heterosexuales. No existen pruebas de que los homosexuales tiendan a un mayor abuso sexual de los niños que los heterosexuales".

Sin embargo, que los homosexuales tengan una mayor tendencia a abusar sexualmente de los niños que los heterosexuales, no es una creencia, es un hecho. La Dra. Judith A. Reisman , profesora de investigación de la American University confirma que solamente el 9% de la población heterosexual, es pederasta. En cambio la población homosexual pederasta alcanza el 60%. En otras palabras, el 87% de la población pederasta es homosexual, mientras que el 13% restante es heterosexual.

Según estadísticas del gobierno de EEUU en 1992, entre el 17% y el 24% de chicos menores de 18 años son víctimas de abusos homosexuales, comparado con el 0.09% de chicas víctimas de abusos por heterosexuales.

Desinformación y adoctrinamiento escolar

Centros de educación infantiles como las escuelas de Massachussets y otras áreas de los Estados Unidos están adoctrinando a los niños de preescolar y de la escuela elemental o primaria a equiparar las relaciones homosexuales a las del matrimonio entre un hombre y una mujer. En España incluso, una organización llamada "ONG por la No Discriminación", con el apoyo de la dibujante Luisa Guerrero (autora del primer cuento infantil homosexual escrito en español) y la presunta psicóloga Isabel Carmen Rodríguez García, se han dado la tarea de elaborar cuentos infantiles con temática homosexual, con el propósito de que desde temprana edad los niños perciban que la homosexualidad sea una "variable natural y normal más en la diversidad de los individuos de toda sociedad". Esto sitúa a muchos padres, como David Parker, ante una posición realmente intolerable para ellos, pues no desean entrar en particulares sobre la homosexualidad con un niño pequeño, y la única solución para muchos de estos padres ha sido retirar a sus hijos de esas escuelas y buscar otras alternativas.

La APA incluso reconoce que, en la mayoría de las personas, la condición homosexual se determina a una edad muy temprana. La desinformación intencionada sobre la homosexualidad tiene el propósito de elevar el porcentaje de homosexuales en la población, causando un grave riesgo para la salud pública.

En 1988, el gobierno de Margaret Thatcher introdujo en Reino Unido una ley que prohibía adoctrinar a los niños en las escuelas en favor del homosexualismo, práctica que según Thatcher no puede ser presentada a los niños como una opción moral aceptable. Dicha norma permaneció vigente durante 15 años, hasta que finalmente tuvo que ser retirada en 2003 por la presión política del activismo homosexual.

En marzo de 2007 apareció en Reino Unido una iniciativa gubernamental que consiste en la distribución en las escuelas de libros que abordan la homosexualidad, dirigidos a niños ingleses de entre 4 y 11 años. Entre los textos se encuentra un cuento de hadas donde la principal figura es un príncipe que, luego de rechazar a tres princesas, termina casándose con un hombre ("Rey y rey"). El proyecto piloto lanzado en Inglaterra, es respaldado por 14 colegios y una autoridad local. Según indicó el periódico dominical londinense The Observer, se argumenta que "los libros son necesarios para hacer que el concepto de homosexualidad sea normal para los niños". Grupos religiosos en el Reino Unido manifestaron su rechazo ante dicha iniciativa.

Censura rusa contra la propaganda gay


De acuerdo con el gobierno ruso, la propaganda gay puede ser perjudicial para la infancia, y dañina para la institución de la familia. Ante la difusión masiva de informaciones falsas en Internet que intentan influir en la sociedad, no ha encontrado otra solución más que la censura de dichos materiales a fin de que no lleguen a los internautas rusos. El gobierno ha elaborado la siguiente lista de materiales y temáticas prohibidas.
  1. Discutir que las familias tradicionales no llenan los requisitos y necesidades de la sociedad moderna o el individuo moderno. (Esto incluye propagar la idea de que el modelo tradicional familiar ha “perdido muchas de sus funciones y se ha vuelto un obstáculo para el desarrollo libre de los individuos”.)
  2. Información (contenida en imágenes o prosa) que justifique y/o revindique la aceptabilidad de “relaciones familiares alternativas”. (Esto incluye sitios que publican “estadísticas fuera de contexto” sobre niños adoptados por parejas homosexuales y heterosexuales, que llevarían a los niños y adolescentes a creer que las parejas gay “no son peores que las heterosexuales para manejar responsabilidades de padres de familia”.)
  3. Usar “intensas imágenes emocionales” para desacreditar el modelo familiar tradicional y propagar modelos alternativos. (Esto aparentemente incluye cualquier indicio de presentar una relación heterosexual de manera negativa y una homosexual de manera favorable.)
  4. Información que contenga “imágenes de comportamientos asociados con la negación del modelo familiar tradicional” y promueva relaciones gay. (Esto incluye todas las “demostraciones gráficas”, en forma de imágenes, fotografías o videos, de relaciones sexuales no tradicionales, posiblemente incluyendo la pornografía gay).
  5. Instrucciones para experimentar con sexo gay.
  6. Compartir historias de menores que han “rechazado los valores familiares tradicionales, entrado a relaciones gay y mostrado faltas de respeto a sus padres y/o parientes.” (Esto podría incluir el proyecto “It Gets Better”.)
  7. Información que “influya a formar la identidad individual de los adolescentes” a través de “explotar su interés en el sexo.” (Esto incluye “falsos argumentos” sobre la amplia presencia de relaciones homosexuales entre los jóvenes en la sociedad moderna.)
  8. Mostrar gays como modelos a seguir. (Esto incluye la publicación de listas [en] de gays famosos, vivos y muertos.)
  9. El criterio final de “propaganda gay” es probablemente el más amplio, incluyendo cualquier cosa que “apruebe o promueva” a la gente gay en su homosexualidad.


Legislación


La homosexualidad es enormemente respetada en Occidente, debido a la gran maquinaria propagandística de los medios de comunicación, así como de la clase política gobernante en las naciones de cultura occidental que justifican, apologizan y promueven la homosexualidad. Por el contrario, fuera de Occidente, la homosexualidad es considerada un delito en muchos países, con penas que van desde desde pequeñas sanciones económicas hasta la pena de muerte.

Por ejemplo, el código penal jamaicano prohíbe el sexo entre hombres, al igual que en muchas partes del Caribe anglófono. El Artículo 76 de la Ley de los Delitos contra la persona prohíbe "el abominable crimen de la sodomía", bajo penas que llegan hasta los 10 años en prisión con obligación de realizar trabajos forzados. El Artículo 77 estipula condenas de hasta 7 años en prisión por intento de sodomía. El Artículo 79 prohíbe"cualquier acto de escándalo público" entre hombres, ya sea en público o en privado, con condenas de hasta 2 años de cárcel, con o sin trabajos forzados.

La homosexualidad fue también delito en la India, el principal país hindú. El artículo 337 del código penal de la India, redactado en 1860 por Lord Thomas Macaulay, decía: "Quien, voluntariamente, tenga un contacto carnal contra el orden de la naturaleza con un hombre, una mujer o un animal, será castigado con - la prisión de por vida - o por un periodo que puede llegar a diez años, y deberá pagar una multa."

Los africanos ven la homosexualidad como algo antiafricano y anticristiano, por lo que 38 de las 53 naciones africanas criminalizan la homosexualidad de alguna forma. El  4 de octubre de 2009, el miembro del Parlamento David Bahati, presentó en Uganda un proyecto para la implantación de una legislación que castiga las prácticas homosexuales  en cualquier ámbito, con la pena de muerte en la horca para casos mas graves ("reincidentes", portadores del VIH, pederastas, etc). También incluía una pena de hasta tres años para las personas que sepan de un acto homosexual, y que no lo denuncien a las autoridades en un plazo de 24 horas. Los ugandeses que mantengan relaciones sexuales con personas del mismo sexo fuera de Uganda también caerían bajo la jurisdicción de esta ley, y podrían ser extraditadas e imputadas. Esto responde al clamor popular para endurecer la legislación vigente que castiga a la homosexualidad con hasta 14 años de prisión. Asimismo para evitar el entorpecimiento de la aplicación de la ley por parte de agitadores y activistas, se impondría una pena de hasta siete años para cualquier persona que defienda los derechos de gays y lesbianas en el país.

Ante el escándalo y censura internacional, comenzó a estudiarse el rebajar la pena de muerte a cadena perpetua y la iniciativa se estancó debido a diversos problemas políticos.

Bahati reintrodujo el proyecto de ley en febrero de 2012. El presidente de Uganda Yoweri Museveni expresó abiertamente su apoyo a la medida, diciendo que "Solíamos decir Señor y Señora, pero ahora es Señor y Señor. ¿Qué es eso?" Tras afrontar una intensa reacción internacional, y amenazas de que las ayudas económicas a Uganda cesarían, el 9 de diciembre de 2009 el Ministro de Ética e Integridad James Nsaba Buturo dijo que Uganda modificaría la medida para deshacerse de la pena de muerte (intercambiándola por la cadena perpetua) para homosexuales reincidentes. Sin embargo, al principio Buturo dijo que el gobierno de Uganda estaba decidido a aprobar el proyecto de ley "incluso si significa retirarse de los convenios y tratados internacionales tales como la Declaración Universal de los Derechos humanos de Naciones Unidas, y dejar de recibir fondos de los donantes", según una entrevista en The Guardian.

Algunos hechos sobre el homosexualismo



  • Según diversos estudios, existe una relación significativa entre homosexualidad y pederastia. Entre el 22% y el 60% de los homosexuales son o han sido pederastas.
  • Los movimientos gays de varios países están intentando reducir la edad de consentimiento sexual entre personas del mismo sexo hasta los 10 años (en Holanda ya está en 12 años), así como legalizar el incesto.
  • Algunos psicólogos quieren que la pedofilia sea considerada un comportamiento norma, como el doctor M. Wertheimer.
  • Según el Journal of the American Medical Association, el 50% de los hombres enfermos de SIDA han tenido relaciones sexuales con un hombre adulto antes de los 16 años, y el 20% antes de cumplir los 10.
  • Según un estudio longitudinal publicado en 1997 en el Journal of Orthopsychiatry (Golombok y Tasker), a la edad adulta, los hijos criados por lesbianas tienen un 24% más de incidencia en relaciones homosexuales que los hijos de madres heterosexuales.
  • La práctica homosexual reduce en 20 años la esperanza de vida, aumenta 5 a 10 veces el riesgo de SIDA, y entre el 70% y el 78% de los gays aseguran haber tenido una enfermedad de transmisión sexual.
  • Las personas (adultos y jóvenes) con prácticas homosexuales son más propensas a padecer enfermedades mentales (depresión, ansiedad, trastornos de conducta), al abuso de drogas y a experimentar tendencias suicidas.
  • La violencia entre parejas homosexuales es de 2 a 3 veces más frecuente que entre las heterosexuales, y que las uniones homosexuales, son significativamente más propensas a romperse que las heterosexuales.
  • La duración media de las relaciones homosexuales es de dos a tres años y que, según la Federación Estatal de Gays y Lesbianas, los homosexuales tienen una media de 39 relaciones con distintas personas a lo largo de su vida.
  • Los movimientos gays no practican la tolerancia que predican y reclaman, pues persiguen judicial y mediáticamente a todo el que discrepa de sus ideas y reivindicaciones, y niegan a los demás la libertad de expresión y de acción.
  • El Colegio Americano de Pediatras considera inapropiado, demasiado arriesgado y peligrosamente irresponsable para los niños, cambiar la tradicional prohibición sobre la paternidad de los homosexuales, ya sea mediante adopción, tutela o reproducción artificial. Esta posición está basada en los mejores datos científicos disponibles. ¿Son estos los padres idóneos para adoptar a un niño?


Artículo de opinión

Aspectos médicos de la homosexualidad
(por el Dr. Antonio Pardo Caballos, nacido en Granada, 22 de enero de 1955. Profesión: Médico. Cargos actuales: Profesor adjunto. Presidente del Comité de Ética para la Experimentación Animal. Subdirector del Máster en Bioética de la Universidad de Navarra. Director técnico del Centro de Documentación de Bioética)
Departamento de Bioética, Universidad de Navarra
Artículo publicado en la revista Nuestro Tiempo, Julio-Agosto de 1995, pp. 82-89

Introducción

Recientemente, la homosexualidad ha sido objeto de varios artículos científicos que la prensa ha difundido con titulares sensacionalistas que no reflejaban adecuadamente la naturaleza de los hallazgos. En este artículo intentaré clarificar lo que la Medicina conoce e ignora acerca de la homosexualidad. Para explicar esta cuestión hay que reunir conocimientos de neurofisiología, genética, educación, psicología y ética.

La “homosexualidad” animal

Aunque quizá sea una simplificación, podríamos decir que es homosexual la persona que, en su tendencia y comportamiento sexual, muestra inclinación hacia personas del mismo sexo.  Esta definición nos permite aclarar de entrada algunas cuestiones.
La primera es que, propiamente hablando, no existe homosexualidad en los animales. Pero esto no implica que su conducta sea exclusivamente heterosexual. De hecho, se ha observado que la conducta sexual animal, al menos en los mamíferos más evolucionados, es muy abigarrada: además del complejo control fisiológico de la reproducción (especialmente hormonal), en la conducta sexual animal intervienen factores conductuales distintos a los meramente reproductivos. Concretamente, puede intervenir el juego durante la edad juvenil (primates), o las conductas de sometimiento a los machos dominantes durante la edad adulta (cánidos, etc.). Además, la vida en cautividad, al suprimir muchos estímulos de la vida silvestre, propicia una mayor frecuencia de conductas sexuales entre individuos del mismo sexo, como bien saben los ganaderos. Existe, por tanto, una interacción de varios impulsos instintivos y circunstancias ambientales que terminan configurando el comportamiento sexual animal.
Por razones de supervivencia, el instinto reproductor de los animales siempre se dirige hacia individuos del sexo opuesto. Por tanto, el animal nunca puede ser propiamente homosexual. Sin embargo, la interacción con otros instintos (especialmente el de dominio) puede producir conductas que se manifiestan como homosexuales. Tales conductas no equivalen a una homosexualidad animal: significan que la conducta sexual animal incluye, además la reproductora, otras dimensiones.

La conducta sexual humana

La conducta sexual humana es más compleja que la animal; aunque ésta nos puede instruir acerca de algunos aspectos presentes en el hombre, en éste hay elementos propios, inexistentes en los animales. Mencionaremos los tres más relevantes.

El principal es que la conducta sexual humana (al igual que cualquier otra conducta humana) puede ser objeto de decisión, puede ponerse o no por obra. Una decisión así no está dentro de las capacidades del animal: éste obra llevado por sus pulsiones instintivas y las circunstancias ambientales. Por esta razón, la conducta humana está en una permanente tensión entre las tendencias y las decisiones. La educación humana no es, como en los animales, domesticación (creación de condicionamientos que se apoyan sobre los instintos), sino cultivo de la inteligencia y de la afectividad que permite al hombre decidir libremente, de modo que pueda resistir sus inclinaciones cuando le dificulten obrar bien, o fomentarlas cuando le ayuden (piénsese en el control de la ira para permitir la convivencia social o en el fomento del afecto maternal para permitir la educación de los hijos).

El segundo elemento es la relativa independencia del hombre con respecto al medio en que vive. Mientras que el animal depende de su dotación íntegra física e instintiva para sobrevivir, el hombre puede tolerar graves carencias físicas y tendenciales, pues cuenta con su inteligencia para resolver los problemas que la vida plantea. Así, mientras que cada animal se encuentra adaptado a un medio concreto, y no puede sobrevivir fuera de él, el hombre se encuentra por todo el planeta.  Por esta razón, los genes del hombre relacionados con la conducta no se encuentran, como los de los animales, exquisitamente controlados por las circunstancias externas. En el caso del hombre, las tendencias innatas, ligadas a la dotación genética, pueden descabalarse hasta cierto punto, sin que esto ponga a la especie en peligro de extinción: la inteligencia suple. Así, en el terreno de la sexualidad, mientras que un animal con un error instintivo en su conducta sexual no se reproduce, el hombre con una inclinación innata no dirigida hacia el otro sexo sí puede hacerlo, con lo que puede transmitir su dotación natural alterada. Debido a este segundo factor (herencia no gobernada exclusivamente por el ambiente) en el hombre puede haber verdadera homosexualidad innata, que sería imposible en un animal.

Y, en tercer lugar, el desarrollo psicológico humano no consiste en la simple interacción de inclinaciones innatas y decisiones libres: interviene también la educación. En el terreno de la sexualidad, dentro de la influencia educativa, debemos contar el desarrollo psicoafectivo, en el que influye decisivamente el ambiente familiar. De hecho, se ha postulado como una de las posibles causas de la homosexualidad (psicológica en este caso) la existencia de psicopatología familiar (madre hiperprotectora y padre indiferente, etc.)

Esta visión de la conducta humana como un conjunto integrado de aspectos intelectuales, físicos y psicoafectivos no ha sido apreciada debidamente a lo largo de la historia. De la homosexualidad se han dado versiones excluyentes: espiritualistas (esa conducta es sólo fruto de una decisión personal), biologistas (es sólo fruto de una dotación genética o neuroanatómica peculiar), o culturales (essólo fruto de la educación o de los condicionantes psicoafectivos). Cada una de estas tres interpretaciones valora al homosexual de modo distinto. En el primer caso, el homosexual es sólo culpable. En el segundo, es un títere inocente de sus tendencias alteradas. En el tercero, ha sufrido, a su pesar, una influencia externa negativa.

Sin embargo, cualquiera de estas interpretaciones resulta simplista. La conducta del hombre no es resultado sólo de decisiones, ni sólo de pulsiones innatas, ni sólo de hábitos inculcados, sino que es resultado de una interacción compleja de estos factores: pulsiones determinadas genéticamente y decisiones, ambas moduladas por la educación recibida (incluyendo bajo este término tanto los aspectos psicológicos como éticos). Ninguna consideración de la homosexualidad que deje fuera alguna de estas facetas está en condiciones de enfrentarse adecuadamente a los hechos: los malinterpretará y dará a los homosexuales falsas soluciones a sus problemas.

El gen de la homosexualidad

Hasta hace poco, la interpretación intelectualista (la homosexualidad es sólo fruto de una decisión) fue la más difundida. Quizá como reacción, en tiempos recientes el acento se ha desplazado hacia lo puramente biologista, y se ha comenzado la búsqueda científica de diferencias genéticas o estructurales entre las personas homosexuales y las heterosexuales. Ésta es una investigación plagada de dificultades, ya que ha de tener siempre en cuenta el origen multifactorial de la conducta humana.

Los hallazgos recientes y, sobre todo, los que más han cautivado a la opinión pública, son los que asocian la conducta homosexual con alteraciones de la estructura cerebral o de los genes.

El primero de estos estudios que se hizo famoso fue el de LeVay. Su trabajo analizó el desarrollo de los llamados núcleos intersticiales, cuatro grupos de neuronas de la zona anterior del hipotálamo. Descubrió que, de los cuatro núcleos, el número 3 era menor en los varones homosexuales que en los heterosexuales (ya era sabido que es menor en mujeres que en varones). Sin embargo, este estudio no es definitivo: el número de cerebros estudiado era pequeño, y casi todos provenían de enfermos de SIDA. Queda por establecer si esa alteración morfológica es un rasgo constitucional y no un efecto de la infección. Además, aunque se demostrara lo primero, seguiríamos sumidos en la ignorancia por lo que respecta a su significado: habrá que aclarar qué tipo de conexión puede haber entre esa diferencia anatómica y la tendencia sexual. De hecho, un trabajo reciente se ha cuestionado, con bastante fundamento, si los núcleos intersticiales tienen que ver con la inclinación sexual y si no sería más razonable investigar sobre otras zonas cerebrales.
El otro estudio fue el realizado por Hamer, que analizó la relación entre la orientación sexual de los varones y un marcador genético del cromosoma X. Este autor, junto con su equipo, investigó el árbol genealógico de 114 familias con algún miembro homosexual, e intentó establecer una regla de parentesco entre los miembros de tendencia homosexual. Al parecer, puede existir un factor genético ligado al cromosoma X (del que los varones poseemos uno y las mujeres dos). Para comprobar esta hipótesis, realizó, en 40 familias, un estudio genético con un marcador de ADN específico para esa región del cromosoma X, y encontró que existía relación entre la presencia de ese marcador en el cromosoma X y el comportamiento homosexual.
Este estudio no significa, sin embargo, que se ha identificado el gen de la homosexualidad: como hemos mencionado antes, dada la complejidad de la conducta sexual, es muy improbable que la orientación sexual masculina dependa de un solo gen. Este hallazgo es sólo una prueba inicial de que existe un factor o factores genéticos ligados a la homosexualidad masculina. Pero sigue sin saberse de qué gen o genes se trata, o cómo influyen en la conducta. Y, como es evidente, el conocimiento de este dato no nos pone en condiciones de tratar la inclinación sexual alterada. Por desgracia, estos datos no son suficientes para aclarar el problema biológico que subyace a la homosexualidad. La cuestión es todavía oscura, todas estas investigaciones están solamente en sus comienzos, y no sabemos adónde podrán llegar. Como vimos anteriormente, la conducta sexual es, desde el punto de vista biológico, resultado de una interacción compleja de varias tendencias; por esto, el hallazgo de un solo factor nos da muy pocas luces acerca de qué trastornos genéticos (con las consiguientes modificaciones neurológicas, hormonales, etc.) son causa de la tendencia homosexual, aunque es un camino para saberlo. Sería necesario conocer además otros genes que orientan la conducta juvenil de juego, la conducta de relación, etc.
Para colmo, en el hombre, estos estudios biológicos están dificultados por su capacidad de decisión: por poner un ejemplo de otro tipo, no toda alteración genética que determina una mayor agresividad del varón (la trisomía XYY) produce conducta agresiva, porque el hombre puede sobreponerse a sus inclinaciones. Se trata, en suma, de estudios extraordinariamente difíciles, que no parecen tener respuesta clara a corto plazo. De hecho, la sola existencia de distintos tipos psicológicos de homosexuales, con predominio de la tendencia femenina de sometimiento, o de la tendencia social de dominancia, muestra la complejidad del problema: la homosexualidad no se puede atribuir, sin más, a una sola causa, y menos a una sola causa biológica.

El papel del médico

A la hora de la atención médica, la homosexualidad plantea, fundamentalmente, dos problemas, de los cuales uno tiene actualmente enorme preponderancia: el SIDA, cuyas enormes repercusiones desbordan las posibilidades de este artículo. El otro consiste en tratar las alteraciones psicológicas de este tipo de personas. Sin embargo, el médico no se enfrenta, ante estos pacientes, con un mero problema psicológico (de ansiedad, etc.), no relacionado con la conducta homosexual. Y esto merece una breve explicación.
La Medicina no persigue la felicidad del hombre. Ésa es una cuestión de la que, tradicionalmente, se han ocupado la ética y la religión: saber cuál es la conducta, libremente decidida, que lleva al hombre a su plenitud humana. El médico se ocupa sólo de los aspectos médicos de la vida humana: la salud y la enfermedad. El médico no es un consejero moral.
Sin embargo, el médico, cuando intenta tratar a sus pacientes, no puede hacer caso omiso de que son hombres, con capacidad de decisión y, por tanto, con cuestiones morales en su vida, que, sobre todo en los pacientes que acuden al psiquiatra, pueden tener una gran relación con los trastornos psicológicos. Hay tendencias en psiquiatría, actualmente bastante difundidas, que consideran éticamente irrelevante la conducta del paciente en materia sexual. Consecuentemente, queriendo hacer desaparecer el factor ético, han suprimido la inclinación homosexual de los prontuarios de enfermedades psiquiátricas mientras que, paradójicamente, han dejado otras desviaciones de la tendencia sexual (paidofilia, voyeurismo, etc.).
Parece más coherente el siguiente modo de actuar: el médico, cuando su paciente presenta un problema de homosexualidad, tiene obligación de atenderle. No debe discriminarle en razón de su tendencia o inclinación sexual: el médico se debe a todos sus pacientes por igual. Ahora bien, esa igualdad de trato no significa indiferencia hacia el estilo de vida que lleve el paciente. Porque el médico sabe que ese estilo de vida puede tener relación muy directa con los problemas psicológicos que aqueja el paciente. Reducir el problema a su dimensión puramente psicológica es incompetencia médica.
La escuela psiquiátrica de Victor Frankl ha dado nombre al enfoque que tiene en cuenta ese aspecto humano del paciente: la logoterapia. Su idea de fondo consiste en afirmar que la libre decisión de la voluntad puede tener una influencia muy importante en la psicopatología. Consecuentemente, no desdeña plantear al paciente un horizonte de exigencia si ve que un enfoque humanamente inadecuado de la vida personal es la raíz de sus problemas psicológicos. No es falta de realismo que el médico plantee a su paciente el control de sí mismo y de su tendencia hacia personas del mismo sexo. Del mismo modo que cabe el control de la tendencia hacia el sexo opuesto en quienes no sufren una perturbación de la tendencia heterosexual, debe abrirse la posibilidad a este tipo de consejo en el caso de la homosexualidad. Plantear la sexualidad como algo de ejercicio completamente irrefrenable resulta un enfoque humanamente equivocado y poco realista. De hecho, lo normal es que el hombre sea dueño de sus actos; ¿por qué excluir la sexualidad del homosexual de esta ley general?
A veces, los problemas psicológicos que presentan este tipo de pacientes se derivan de su falta de autocontrol. Indudablemente, la vivencia de la tendencia hacia personas del mismo sexo ya resulta de por sí bastante turbadora. Pero si a este factor se suma una práctica desaforada de la sexualidad, la sensación de culpabilidad se acrecienta, y es difícil mantener una estabilidad psicológica: se impone acudir al médico. Por tanto, dentro de la atención médica correcta a estos pacientes, debe figurar un intento de restablecer la confianza en sí mismos, intento que pasa por proponer al paciente, de modo adecuado a sus circunstancias, el control de su peculiar inclinación.

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