El “caballo de Troya” de la ideología de género es el argumento de que, cuando las sociedades creen y viven de acuerdo a una perspectiva de género, se produce una reducción en la violencia, particularmente, en el contexto de las relaciones de pareja y del acoso entre pares en las escuelas conocido como bullying. Claro está, ellos no presentan ni datos estadísticos ni investigaciones que apoyen esta pretensión.
Pero, ¿qué nos dice la investigación? Veamos, primeramente, el tema del bullying.
Los estudiosos del tema definen el bullying como aquella conducta de agresión no deseada que involucra un desbalance de poder y que ocurre como un patrón repetitivo. En el informe Bullying in U.S. Schools: 2012 Status Report se plantea que el bullying está relacionado a los factores de edad, fuerza y tamaño y no necesariamente a las diferencias por género. O sea, el grande y fuerte abusa del pequeño y débil. Por esto, la prevalencia de bullying contra los niños más pequeños (tercer grado) es de un 22% mientras que en los niños más grandes (cuarto año) es de un 9%. Mientras más pequeños, más vulnerables a la victimización. Interesantemente, desde la escuela elemental hasta la escuela superior, la proporción de agresores es una constante entre 5 a 8%.
Ahora bien, el Institute of Medicine and National Research Council en Washington DC en su publicación del congreso Building Capacity to Reduce Bullying (2014) cita los estudios de Faris (2012) que encontró que la violencia en los escenarios escolares ocurre dentro de los grupos igualitarios. Al comparar los grupos por categorías de raza, sexo y orientación sexual, encontró que el abuso es significativamente mayor de afroamericano a afroamericano, de blanco a blanco, niña a niña, niño a niño y de LGBTT a LGBTT.
El abuso es mayor entre iguales, mientras, fuera del grupo igualitario es proporcionalmente menor. Un dato significativo es que, entre todos los grupos igualitarios, la violencia presentada por los LGBTT en contra de ellos mismos figura como la mayor incidencia de violencia intragrupal. La violencia de LGBTT contra LGBTT es 2.5 veces mayor que la violencia de los otros grupos contra ellos mismos.
Si no es la desigualdad la que ocasiona la violencia, entonces, no puede ser la equidad la solución del problema. Con esta expresión no estamos favoreciendo la inequidad. Solo estamos planteando una conclusión evidente. La violencia es mayor entre iguales, por lo tanto, la equidad no corrige la violencia. Del caso de la violencia de pareja hablaremos en nuestro próximo artículo.
SEGUNDA PARTE
Por: Dra. Angie González
Por: Dra. Angie González
El 4 de septiembre de 2014 la revista Advocate, que es una publicación de la comunidad LGBTT, publicó un artículo titulado “2 Studies that Prove Domestic Violence is an LGBT Issue”. El escrito argumenta acerca de la encuesta The National Violence Against Women que reporta que un 21.5% de los hombres y un 35.4% de las mujeres que tienen relaciones de parejas del mismo sexo han reportado violencia de parte de sus parejas íntimas en algún momento en la vida. Esto lo contrasta con un 7.1% de los hombres y 20.4% de las mujeres que tienen parejas del sexo opuesto.
El artículo también menciona que los datos del National Intimate Partner and Sexual Violence Survey 2010 del CDC publicado en 2013 reportan que el 43.8% de las lesbianas y el 26% de los homosexuales han recibido violencia de parte de sus parejas en comparación con un 35% de las mujeres y un 29% de los hombres en relaciones heterosexuales. Si quiere corroborar, ambos documentos se encuentran directamente bajo estos títulos en internet.
Pero estos son solo algunos de los datos que, consistentemente, se recogen al estudiar el tema de la violencia en relaciones de pareja cuando se comparan las relaciones del mismo sexo versus el sexo opuesto. Cuáles sean las razones que explican esta realidad se puede discutir en otro momento. Lo que me ocupa en este escrito es la observación de que el fenómeno de la violencia reporta ser mayor o similar entre iguales (parejas del mismo sexo) que entre diferentes (parejas de sexo opuesto).
Esto nos lleva a cuestionar el postulado de los predicadores del género. Si el establecimiento de una absoluta igualdad entre los sexos o los géneros resuelve el problema de la violencia, ¿por qué en las relaciones entre iguales (relaciones de parejas del mismo sexo) no se observa una reducción en la violencia?
Evidentemente, el fenómeno de la violencia no se explica por la diferencia de sexo o género. En la violencia inciden otros factores. Por lo tanto, la enseñanza de la perspectiva de género y su promoción de igualdad absoluta entre los sexos o géneros, no soluciona el problema de la violencia. La evidencia es clara.
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